La noche es densa sin luna ni estrellas y cuando su velo azabache roza mi
piel me abraza un silencio azul que se mece en el halo de la música. Las notas
del Nocturno de Skriabin dibujan escalas y arpegios en el pentágrama del aire. Entre
nota y nota se crea un oasis de nítidos silencios, donde reposar el alma.
Sin prisas, entretejo hilos de palabras que se pierden más allá de la
pantalla e invaden tu secreto espacio, enlazándose con los tuyos. Empieza a formarse
un sutil tejido compuesto de pensamientos, una tela finísima coloreada de
sueños que ilumina la noche, despertando sonrisas en los astros errantes.
Escucho tu voz enmudecida por la distancia, llena de misterios y deseos. Es la voz
de un poeta que está de paso, una fugaz estrella del mundo virtual, un
alma preñada de versos que se agita y esparce su viento de metáforas. Tu
corazón anónimo y transparente las va sembrando en la fría pantalla y yo las recolecto ya germinadas y vivas.
Estamos dentro de un círculo mágico, delimitado por el elíptico trazo de las
palabras. Me vas dibujando huellas, vivencias que conforman el sendero de tu
vida y con ellas empiezo a dibujar tu tela. Intuyo que su paisaje esta hecho de
dunas viajeras, ligeras y huidizas, que abren caminos escarpados, barrancos y
cimas inexploradas. De vez en cuando se perfila una suave colina, un prado
donde el riachuelo discurre plácido, un
refugio donde detener el tiempo y gozar de la belleza. Dispongo la paleta: sienas, ocres, naranjas,
magenta, pinceladas de azul y violeta y un oscuro indefinido para las sombras,
que las hay. Empiezo a pintar en la noche sin luna, aún con la certeza de que nunca
podré terminar el cuadro y serás una tela inacabada, solo un esbozo, una
ilusión creada por los seres de las sombras que danzan sin freno en la hora
bruja.
A pesar de todo sigo esparciendo colores. Mi mano se mueve ágil motivada por mi inquietud
hacia el complejo cromatismo de los espíritus nómadas. Dejo
fluir ese espacio ausente de tiempo, rico en matices y tú me regalas poesía. Camino insomne tras tus
huellas sembradas de versos, como una mariposa, fascinada por el fugaz resplandor de una vela. Me atrae como nada el reto de plasmar tu alma y
sigo añadiendo pigmentos para poner realidad y calidez a tus matices.
Tal vez mañana, cuando el alba restituya las formas y devuelva los límites
al mundo, me daré cuenta de que fuiste un sueño que solo debo buscar entre las
estrellas, pero esta noche dejame ser beduina de tu oasis.
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