Navego, por el océano de los sentidos, escribiendo sensaciones en la arena de las playas.
11/30/2013
LA SENSUALIDAD DEL ALBA
Las brumas de la noche se me iban disipando en aquel lento despertar, en brazos del alba. Un desperezarse suave y cálido de mi cuerpo casi rozando el tuyo. Tu calor era como un imán, una llamada para mis sentidos, aún medio adormecidos, que se mecían perezosos en la penumbra de la habitación. Ansiaba tocarte, poner calor humano a esa proximidad que me embriagaba. Pasé mi brazo alrededor de tu cuerpo, casi con miedo a robarte el sueño y dejé que las sensaciones fluyeran de tu piel a la mía. No hubo palabras, sólo mi mano sobre ti, dibujando suaves caricias, el deseo latiendo bajo mis dedos y la mañana avanzando de puntillas tras la ventana. La sensualidad flotaba en el silencio, en nuestra acompasada respiración, en el trazo cadencioso del tacto perfilando el erótico juego sobre el centro de tu anatomía. Te miré en la penumbra, tenías los ojos cerrados, tan deseable, tan atractivo, tan cosquilleante como siempre. No, en aquel instante no había nada ni nadie más allá de ti y una vez más me llevaste de mi misma hasta nuestro espacio de amantes y huí contigo al paraíso de los placeres sexuales.
Nada de prisas, cómplices gestos y un íntimo dialogo, picante, elocuente, pasional, donde cada palabra, cada susurro, era la manifestación oral de nuestro juego, de cada reacción, de cada sensación.
Estabas en mí, estaba en ti, desnudos, perdidos, anudados, excitados y ya nada era más relevante que sentirnos, devorarnos, explorarnos y escalar juntos el placer.
Fue ayer y aún sigues en mí sin estar. Te llevo en cada poro de mi piel, en cada fibra de mi cuerpo y en el salón principal de mi mente. Cierro los ojos y bailas por él con ese aire pícaro y juguetón que tanto me gusta y dejo que tu melodía fluya por este anochecer de Otoño.
11/29/2013
LA ALQUÍMIA DEL DESEO
Un destello erótico ilumina la noche.
Tu presencia, en un un lúbrico fluir, se descuelga del desván del recuerdo
abrazando cada instante de mis sueños.
Su deslizar felino y azul sobre mi piel
es una vorágine de recónditos placeres
que componen la alquimia del deseo y me regresan a ti. Los siento licuarse hasta mi epicentro y vibrar en la cima de mis pechos, agitándolos. Luego, oscilo en un amanecer de ámbar
que me roba ese inaprensible oasis
donde aún percute el eco de tu voz y tu latido
por las astrales estancias, donde baila la luna.
Embriagada por la onírica locura
de tus manos amasándome el deseo
lucho, con la conciencia aún confusa,
por retener tu sensual imagen
sobrevolando mis sentidos.
Necesito sobrevivir a tus ausencias
y por ello, en este lúcido instante de nostalgia, me aferro a las frágiles sombras
y a la afrodisíaca visión que las rasga
-esencia de lava y fuego-
En esta hora bruja te convoco, para que me poseas en sueños convirtiendo la noche de Otoño en una nube de tacto insinuante por donde flota nuestra locura de amantes. Te necesito, hace frío y mi cuerpo te añora, desnudo y abrazado al roce de las sábanas. Todavía te siento vibrar bajo mis dedos en el cálido amanecer de esta mañana, mientras te despertaba, suavemente, conjugando un íntimo adagio de besos, caricias y piel
En esta hora bruja te convoco, para que me poseas en sueños convirtiendo la noche de Otoño en una nube de tacto insinuante por donde flota nuestra locura de amantes. Te necesito, hace frío y mi cuerpo te añora, desnudo y abrazado al roce de las sábanas. Todavía te siento vibrar bajo mis dedos en el cálido amanecer de esta mañana, mientras te despertaba, suavemente, conjugando un íntimo adagio de besos, caricias y piel
11/25/2013
MI FLIRTEO CON UN GRAN RESERVA
¿A quién de vosotros no le gustan las
sorpresas? Sobre todo en ciertos momentos de la vida en que te paras a meditar
y descubres esa falta de adrenalina interior, esa especie de “anclamiento
rutinario” Fue en una de esas fases cuando me decidí a darme un paseo por una
gran cava: La Cava de la Vida. Ese lugar, silencioso y calmado donde puedes
detenerte a escuchar tu propia voz interior y percibir mucho mejor la calidad
de las sensaciones.
Allí le encontré. No fue tarea fácil,
ningún vino de los que allí reposaban lograba sorprenderme. Ninguno conseguía
despertar mi curiosidad, hasta el punto de sentarme a degustarlo sin prisas. No
sé, quizás los años me habían vuelto exigente o simplemente mi subconsciente ya
sabía lo que buscaba y sólo esperaba a susurrármelo cuando él apareciese.
Y lo hizo. Si, en una de mis visitas a
la cava. Apareció cuando menos lo esperaba, cuando ya había acumulado una buena
dosis de escepticismo. Fue casi sin querer, como dice la canción, como
realmente surgen las cosas que merecen la pena. Fue un destello lo que primero
me atrajo… ¿Un reflejo de sol en su cuerpo de cristal? ¿Una sonrisa dibujada en
su perfil? ¿La armonía de los colores impresos en su etiqueta? Realmente no lo
sé, pero al verle lo supe.
No lo degusté enseguida, no, eso habría sido
un error. Como todo lo bueno, como todo lo que genera expectativas, me detuve a
contemplarlo, a leer la información que constaba en su etiqueta, su añada, la
variedad de uvas que lo componían, su origen, su crianza. No era el producto de
una sola variedad de uvas, sino el resultado de un perfecto maridaje entre
varias, impecablemente armonizadas.
Fue al anochecer cuando decidí llevarlo
hasta mi casa. Era el momento de descorcharlo y de hacer realidad todas
aquellas intuiciones que se habían ido acumulando durante nuestra jornada de
encuentro. Era el instante perfecto para estar a solas con él y gozarlo.
Recuerdo perfectamente que era invierno,
una noche de Febrero, no importa la fecha concreta, es un detalle que me
guardo. Descorcharlo, en la intimidad de mi habitación, fue un deleite
anticipado y luego, cuando su líquido se derramó en la copa de mis sentidos sentí
como los fue embriagando uno a uno. Una embriaguez de pasiones, deseos y
placeres que no narcotizaba, sino que eran un festejo de vida y superaba todas
mis espectativas.
En un instante me abrazaron sus aromas,
sabores y los matices de su color. Me permití irlos asimilando despacio, como
se merece un exquisito vino, producto de la tierra, la buena fermentación y el
reposo.
Él y yo, teníamos el mismo tempo, una
maravillosa sincronía que no era producto de la costumbre sino de la química, de
la piel y los sentidos. La cata, la sorprendente y mágica cata, se prolongó
durante todo el fin de semana. No voy a explayarme en detalles íntimos, pero
sólo os diré que mi escala de valores en cuanto a las sensaciones, se elevó
vertiginosamente, por encima de lo nunca antes experimentado. Aquel hallazgo en
mi paseo por la Cava de la Vida me había regalado lo mejor. Aquel gran reserva
había hechizado mis sentidos y desde ese momento me convertí en adicta a su bouquet,
su aterciopelado sabor y su rico y sensual colorido. Lo bueno, es que después
de muchos meses de periódicas catas, aún sigue sorprendiéndome y no ha mermado
ni un ápice la impresión primera.
Beberlo me transporta al súmmum de lo
afrodisiaco y cuando en él aparece aquel destello de sonrisa todavía se me
revolucionan todas las neuronas, desligándose de toda lógica.
Sé que ahora muchas esperáis que os de
su nombre para gozar de lo sublime -y aquí me dirijo al género femenino por ser
pare integrante- pero como podéis imaginar, eso sería una estupidez por mi
parte, así que me lo reservo. Lo único que os diré es cómo le llamo yo… él es:
El Tigre Azul “el muso” de mis poemas eróticos. ¿Creíais que se trataba de un
vino? Pues no, pero me gusta crear esa simbiosis entre él y el vino. La razón, me
la guardo pues en toda historia siempre hay que dejar latente un poco de
misterio.
No os quedéis decepcionadas por el hecho
de que no os descubra su identidad. Si para mí es un gran reserva, tal vez para
vosotras sería un simple vino de mesa, de esos que van en tetrabrik, pues es mi
mirada quien lo eleva a la categoría de especial. Os doy un consejo: pasead con
calma por la gran Cava de la Vida, con la mente abierta y el espíritu libre.
Seguro que en algún lugar reposa vuestro gran reserva, cuando paséis a su lado,
si sabéis como mirar y estáis atentas a las señales, lo sabréis.
11/23/2013
MIS ÁTOMOS EN TU ESPACIO AZUL
Viajo en un tren, camino de no importa donde. Me siento dispersa mientras observo desfilar el paisaje y los pasajeros van y vienen en su incesante deambular. Vengo de un sueño y creo que en él mi yo se ha descompuesto en átomos. Físicamente estoy en este tren, pero mi esencia esta vagando en diversos estadios y no me resulta fácil recomponerla. Por eso viajo como un autómata, camino de no importa donde. Envuelta en una nebulosa...¿feliz? No tengo claro si esa seria la palabra, pero si la más aproximada.
No sé si se debe a que, en cada descomposición de mi misma, pierdo unos átomos de alma. Unos átomos que se niegan a regresar del sueño. Prendidos en azul los he dejado atrás. Se han adherido a ti, portador de mi pieza de puzzle, a tu piel, a tus manos, o quizás se han quedado prendidos en tus ojos que sonríen mirándome. Posiblemente están mejor con contigo y en ti que conmigo misma... ¡que extraño poder el tuyo!
Me pregunto en este levitar de dispersión si ya no es sólo una única pieza lo que me falta. ¿Será que al marcharme cada vez dejo otra en ese sueño azul?
Sigo en este tren hacia donde no importa y me voy recomponiendo poco a poco. Vivir un sueño tiene sus efectos secundarios. Uno de ellos es que corres el peligro de ir perdiendo átomos de alma en cada regreso a la realidad. Siempre es un choque aterrizar de un sueño, pero cuando es azul cuesta mucho más bajar de la nube.
Sin embargo y pese a ser consciente de esa pérdida, tengo claro que prefiero un alma con cicatrices de vida, que sean la huella latente de las emociones, que un alma impoluta pero amorfa.
Así que seguiré en este tren, camino de no importa donde, con algún que otro átomo de menos, pero feliz de poder habitar un sueño azul cuando se me convoca.
De momento toca dejar fluir y seguir camino. Sé que no será mañana, ni pasado, ni al otro, pero en cualquier momento, otro tren me llevará de nuevo al sueño azul y me reuniré con mis átomos perdidos.
Mientras eso llega, tú que habitas en el espacio azul, guardamelos bien y cuidalos como si fuesen los tuyos, hasta mi regreso.
No sé si se debe a que, en cada descomposición de mi misma, pierdo unos átomos de alma. Unos átomos que se niegan a regresar del sueño. Prendidos en azul los he dejado atrás. Se han adherido a ti, portador de mi pieza de puzzle, a tu piel, a tus manos, o quizás se han quedado prendidos en tus ojos que sonríen mirándome. Posiblemente están mejor con contigo y en ti que conmigo misma... ¡que extraño poder el tuyo!
Me pregunto en este levitar de dispersión si ya no es sólo una única pieza lo que me falta. ¿Será que al marcharme cada vez dejo otra en ese sueño azul?
Sigo en este tren hacia donde no importa y me voy recomponiendo poco a poco. Vivir un sueño tiene sus efectos secundarios. Uno de ellos es que corres el peligro de ir perdiendo átomos de alma en cada regreso a la realidad. Siempre es un choque aterrizar de un sueño, pero cuando es azul cuesta mucho más bajar de la nube.
Sin embargo y pese a ser consciente de esa pérdida, tengo claro que prefiero un alma con cicatrices de vida, que sean la huella latente de las emociones, que un alma impoluta pero amorfa.
Así que seguiré en este tren, camino de no importa donde, con algún que otro átomo de menos, pero feliz de poder habitar un sueño azul cuando se me convoca.
De momento toca dejar fluir y seguir camino. Sé que no será mañana, ni pasado, ni al otro, pero en cualquier momento, otro tren me llevará de nuevo al sueño azul y me reuniré con mis átomos perdidos.
Mientras eso llega, tú que habitas en el espacio azul, guardamelos bien y cuidalos como si fuesen los tuyos, hasta mi regreso.
11/21/2013
TARJETA ROJA
El partido del sábado fue un desastre.
Una nefasta jornada llena de errores,
donde no di pie con bola y la metí hasta el fondo
-la pata, claro está-
Sin proponérmelo infringí las reglas del juego
cometí una infracción grave
y él, en su rol de crítico arbitro,
me pitó, mentalmente, falta.
Se lo noté en la cara, en su glacial mirada,
en su marcador de distancias
que parpadeaba en rojo, echando chispas,
en su aura reprendiendo a la mía
dándole caña sin palabras.
El hielo se notaba en el ambiente,
parecíamos pingüinos en el Polo Sur.
Hasta que por fin sucedió:
Al filo de la medianoche
-frente a un par de horchatas-
me sacó la tarjeta roja, amonestándome.
El castigo fue la expulsión inmediata
del terreno de juego por tiempo indefinido.
Una vez sentada en el banquillo,
sola y con la moral vapuleada,
mi subconsciente se unió al abucheo
y mi ego, alicaído y maltrecho
se sintió como un jugador en desgracia.
Relegado al más absoluto olvido.
11/20/2013
22 MANDAMIENTOS DE VIDA
Duerme el silencio de las estrellas.
Paséate por el círculo de la luna.
Vacía el alma de tristezas.
Tiñe de azul los silencios.
Vístete de amor y ternura.
Déjate abrazar por las pasiones.
Sírvete una copa de seducción.
Brinda por las sensaciones.
Navega por las galaxias.
Llénate las manos de rocío.
Sumérgete en un mar de sueños.
Deja volar tu fantasía.
Se libre como un pájaro.
Forja tu propio destino.
Cultiva tu mundo interior.
Llena tu vida de luz y armonía.
Baila un vals con las gaviotas.
Surfea sobre olas de sonrisas.
Perfúmate de hiedra en primavera.
Déjate acariciar por el crepúsculo.
Canta, desea, ríe, vive, sueña,
Deja aflorar lo mejor de ti mismo.
11/19/2013
VERANO
Verano,
sabor a sal en la brisa
enredada a la piel de los amantes.
Sabor a
ocio, a noches infinitas
conjugadas
entre músicas y olas
Sabor a
encuentros y despedidas
a ausencias
y regresos, a playa,
países
exóticos y lunas de agosto.
Sonrisas
tendidas a pleno sol,
miradas
perfilando una piel morena.
Cosquillas
de espuma sobre las huellas
de un
recuerdo, que baila con las gaviotas.
Verano, distancias,
amores de quita y pon,
besos de una
noche con sabor a cóctel
que perfilan un revuelo de pasiones.
Estallido de
colores que mueren en Otoño,
cuando las
hojas caen en vuelo rasante
despeñándose
entre cascadas de ocres
de lluvia,
nostalgias y olvidos.
11/17/2013
ÁTOMOS DE SEDUCCIÓN
Noche de primavera en una ciudad sin nombre. Paseantes
de la propia soledad, salpicados de nostalgia, nos miramos desde la barra de
este bar, donde nos hemos encontrado ¿A sido el destino o estábamos
predestinados? Quizás siempre nos buscamos porque, aún sin saberlo, nos
necesitamos.
Hay una atmósfera azul que narcotiza los sentidos.
Percibo su latido, doy un sorbo a mi cóctel y siento el calor de tu mirada, enredada a la penumbra, deslizarse por mi cuerpo. Me atraes y percute
un deseo en mi epicentro, fruto de esta ambigüedad que suavemente me seduce.
Podría enamorarme de ti, lo sé. No hoy, ni tal vez
mañana, pero podría suceder. Quizás tú también podrías llegar a enamorarte de
mí, por un tiempo inconcreto, hasta que la soledad no te pese y el miedo a
perder tu libertad te empuje a salir huyendo.
Nunca había sentido nada igual, ante un desconocido.
No sé si será esta atmósfera que anula la cordura, o la noche fugaz y frágil,
que invita a gozar del juego amoroso lo que nos induce a la mutua seducción.
Entre nosotros no hay asignaturas pendientes por resolver, ni reproches fruto
de las rutinas. Sólo miradas, sonrisas y este silencio tuyo que me desconcierta
el alma.
Ven, baila conmigo hasta el alba. Sé que tú también
sientes esta magia que nos rodea y se filtra por cada poro, hasta inundar los
sentidos. Estamos muy cerca, apenas rozo tu cuerpo, apenas rozas el mío. El
ritmo eres tú y me dejo ir en su fluir aéreo, hipnotizada por tu cadencia de
amante. Nace una singular corriente que va de tu piel a la mía, una química
irresistible. Todo puede suceder, o tal vez no suceda nada. Quizás sea el
magnetismo de un instante prodigioso, producto de esta atmósfera que dulcemente
nos envuelve.
Podría enamorarme de ti, como nunca lo hice y acaso no
pueda evitarlo, o tal vez sí. En tus ojos leo que tienes miedo al
compromiso, a las historias sentimentales importantes. En el fondo tienes alma de ermitaño.
No temas, no voy a pedirte nada, solamente deja que esta noche me enamore un
poco. Enamorate un poco de mí también y desnudémonos entre
los átomos de esta nebulosa azul que invita a los sentidos a volar sin el
lastre de un pasado, sin las expectativas de un futuro.
¿Sientes ese sensual susurro, esa erótica llamada
suspendida en el aire? Es esta especial atmósfera que nos regala el instante.
No hay que buscarle lógica, tal vez su origen seamos nosotros mismos, la
conjunción de nuestras auras. Vivamos el hoy, olvídalo todo, no
planifiques, ni le busques sentido, sólo abrázame y dejemos al azar
lo que sucederá mañana.
11/15/2013
A SOLAS TÚ Y YO...
Estamos aquí tú y yo, a solas, frente a la chimenea, mientras el crepúsculo de Noviembre se descuelga entre nubes y el aire frío repta por las calles casi vacías. En este instante, no puedo imaginar nada mejor que estar sentada aquí contigo, a la cálida luz de las llamas, gozando de tu sabor y de esa sensualidad rosada que emana de tu piel.
Me atraes como una forma de belleza ancestral que siempre sorprende y nunca caduca. La cálida luz ambiental se refleja en tus pigmentos creando un rosado juego de transparencias que me recuerdan un vuelo de velos hacia un sol poniente. Muevo la copa y tus aromas se expanden como una promesa de fruta. Casis, frambuesa, cerezas y un ligero fondo de hierbas aromáticas, muy sutil, crean la expectativa de un festín de ácidas sensaciones en boca.
El fuego chisporrotea alegre, pero a la vez íntimo y seductor, como la música que fluye desde un rincón de la sala. Empiezo a saborearte, lentamente, con todos los sentidos puestos en el paladar, para no perder ningún matiz de tu gama organoleptica. Me paseo por el mapa de los sabores que reflejan tu armonía y volumen. Eres intenso y aterciopelado... me seduces.
Así te voy degustando, solos tú y yo, frente a la chimenea, hasta que de ti sólo quedan en la copa las últimas gotas. Aún entonces, ese pequeño volumen, que en contacto con el aire produce una intensa oxigenación, sigue sorprendiéndome con una eclosión de nuevos aromas. Tus notas más ocultas se desprenden en un vuelo intenso hasta embrujarme y creo que en ese instante, podría incluso aprender a leer tu historia en el fondo de la copa.
Ha llegado la noche, me muevo perezosa en el sofá… Pienso en ti, mi amante TIgre Azul. Frente a mí, tu cuerpo deseado parece vibrar en la botella, envuelto en la luz de las llamas. Hay momentos de placer que nos llegan desde tiempos remotos. Más de siete milenios formando parte de rituales y celebraciones paganas no pueden definirse con palabras, pero algo especial en ti te ha hecho estar presente en la vida del ser humano por encima del paso del tiempo y la vorágine del mundo. Tú eres el resultado de la tierra, del clima, de la calma y el reposo y tu fin es el momento de gozo, de complicidad y de compartir en buena compañía.
Tengo otra botella de rosado en la nevera. ¿Tigre Azul, te vienes a compartirla?
Me atraes como una forma de belleza ancestral que siempre sorprende y nunca caduca. La cálida luz ambiental se refleja en tus pigmentos creando un rosado juego de transparencias que me recuerdan un vuelo de velos hacia un sol poniente. Muevo la copa y tus aromas se expanden como una promesa de fruta. Casis, frambuesa, cerezas y un ligero fondo de hierbas aromáticas, muy sutil, crean la expectativa de un festín de ácidas sensaciones en boca.
El fuego chisporrotea alegre, pero a la vez íntimo y seductor, como la música que fluye desde un rincón de la sala. Empiezo a saborearte, lentamente, con todos los sentidos puestos en el paladar, para no perder ningún matiz de tu gama organoleptica. Me paseo por el mapa de los sabores que reflejan tu armonía y volumen. Eres intenso y aterciopelado... me seduces.
Así te voy degustando, solos tú y yo, frente a la chimenea, hasta que de ti sólo quedan en la copa las últimas gotas. Aún entonces, ese pequeño volumen, que en contacto con el aire produce una intensa oxigenación, sigue sorprendiéndome con una eclosión de nuevos aromas. Tus notas más ocultas se desprenden en un vuelo intenso hasta embrujarme y creo que en ese instante, podría incluso aprender a leer tu historia en el fondo de la copa.
Ha llegado la noche, me muevo perezosa en el sofá… Pienso en ti, mi amante TIgre Azul. Frente a mí, tu cuerpo deseado parece vibrar en la botella, envuelto en la luz de las llamas. Hay momentos de placer que nos llegan desde tiempos remotos. Más de siete milenios formando parte de rituales y celebraciones paganas no pueden definirse con palabras, pero algo especial en ti te ha hecho estar presente en la vida del ser humano por encima del paso del tiempo y la vorágine del mundo. Tú eres el resultado de la tierra, del clima, de la calma y el reposo y tu fin es el momento de gozo, de complicidad y de compartir en buena compañía.
Tengo otra botella de rosado en la nevera. ¿Tigre Azul, te vienes a compartirla?
11/14/2013
LLUVIA DE AGOSTO
No podrá
esta lluvia de Agosto
borrarme lo
escrito en la piel,
como no lo
ha podido el paso del tiempo
ni los
sueños que me destiñó la vida.
Contra
viento y marea, contra toda razón,
sigues
siendo la metáfora de mis utopías
y la brisa
azul que me enamora el alma.
Esta lluvia
sin luna es llanto de estrellas
que empaña
el cristal de mis sentidos
inundando el
vacio del silencio
y el deseo
que me vistas de caricias.
Hoy siento
como te alejas, sin irte
con cada
gota que baña la noche.
Cuando te
vayas me quedarán los versos
para
revolcarme en palabras de recuerdos
deshojando
el tiempo de tu ausencia.
Me quedará
una vida sin latido,
pero ninguna
lluvia de Agosto
podrá
borrarme lo escrito en la piel
ni
desenamorarme el alma.
11/12/2013
MORDISCOS DE FUEGO
Por tiempo que pase, aún tengo
partículas de ti en mis labios. Las siento en cada latido de mi vida, son la
sal y pimienta de tu esencia penetrando por los poros de mi cuerpo, sazonando
todos mis sentidos. Eres dulce y salado, a veces picante, el plato más
exclusivo y delicioso de un voluptuoso y sensorial banquete, servido sobre
sábanas de raso. Me deleito en saborear los ingredientes de tu piel y el excitante
aroma de tus especias, donde vibra la sensualidad de la canela. Me sabes a uvas
maduras, frutas rojas y vainilla en tu resbalar sedoso resuelto en placeres.
Placeres que envuelven la hora bruja destilando una voluptuosa atmósfera donde
elevo la copa por ti y en ti bebiéndote en cada sorbo hasta embriagarme en
pasiones.
En medio de esta lasciva locura cada átomo
de tu ausente cuerpo percute en el mío conjugando un cóctel de ritmos y azules
silencios. Esta noche de plenilunio, de brujas y hechizos, tengo antojo de ti,
de rebozarte en caricias y humedecerte a besos, de hornearte a fuego lento en
bandejas de deseo. Me apeteces, tengo hambre de ti y anhelo devorarte entero
entre luces de lunas y mordiscos de fuego. Ven, abrázame el deseo, macérame la
piel con tus dedos, nademos desnudos en el afrodisíaco elixir de fundirnos,
anudando piernas y brazos sobre camas de lujuria, colgadas de estrellas.
11/10/2013
LA ERÓTICA DEL VINO
Se despertó, aún envuelta en la erótica atmósfera
de la noche pasada. Una noche de música, vino y picante gastronomía que encendió una hoguera de pasiones. Un tiempo sin relojes, aislados del mundo, recorriendo los rápidos de un río de
lava y fuego. Por unos instantes se deleitó en recordar la sensación de cada caricia
sobre el filo de su piel y el latido del placer percutiendo en cada uno de sus
sentidos hasta sumergirla en un vertiginoso clímax. La noche había dado paso a
una mañana de sol y aroma de uvas maduras, flotando en las estancias de
Septiembre.
A su lado, él todavía dormía y la luz
que penetraba por las entreabiertas persianas parecía labrar, sobre su cuerpo desnudo,
unos campos de viñedos repartidos por toda su anatomía. Se recostó sobre un
codo contemplándolo, seducida por la magia de las partículas que brillaban como
racimos de oro líquido sobre su piel.
Aquel espejismo óptico, de repente se
convirtió en un ensueño. Cerró los ojos he inició un onírico viaje por la esencia de sus viñas.
Cada parcela cultivaba una variedad de uva distinta que formaba parte de él, de su
atractivo y personalidad, de todo aquello que lo hacía tan especial a su mirada.
Se tumbó entre las cepas, sobre la tierra húmeda de rocío, envuelta en una oleada
de sensaciones. Las dejó sedimentar y reposar en la cava de los sentidos, abrazadas por barricas de roble, macerando un vino inigualable, con casta, redondo, largo en boca y con una fascinante riqueza en aromas. Un vino seductor, embriagador y único,
con cuerpo de amante… su amante.
El día se abría paso a golpes de olores
afrutados, matices de uvas maduras y deseo. Ella, la mujer que soñaba entre las
viñas, abrió de nuevo los ojos, regresando de su paseo de ensueño. Se abrazó al
cuerpo de su amante, besó y paladeó su piel, sin prisas, hilvanando el preludio
del juego sensual. La estancia volvió a impregnarse de la erótica atmósfera de
la noche pasada. Él era el mejor vino de la añada, creado para paladares exigentes, cómplice e inolvidable en el
tiempo y ella, prisionera de su alquimia, se dispuso a gozar al máximo de
aquella privilegiada cata, como si fuese la última.
11/09/2013
UN TOQUE DE GUINDILLA
Hoy, tocada por los átomos de una extraña magia me he levantado con la
certeza de que el día sería perfecto. Con hilos de deseos e ilusiones lo he ido
trenzando con antelación. Nada tienes si
no lo trabajas y luchas por ello y todo lo especial no viene del aire, sino que
has de poner de tu parte para que surja. Al fin y al cabo toda química es cosa
de dos y si no le aportas tu alquimia el hechizo se desvanece.
La vida se convierte en una línea plana y ausente de emociones si no le
aportas los ingredientes necesarios. A mí me gusta sazonarla con las especias
de las sensaciones. Cocinarlo todo a fuego lento, dejando que los sabores se
mezclen para crear otro distinto y sorprendente, mientras los aromas se expanden, fusionándose en uno de nuevo y seductor. Pasión, deseo, ternura, sonrisas, complicidad,
sensualidad y sobre todo, un buen toque de erotismo, que viene a ser como la
guindilla picante que le aporta vivacidad y lujuria al guiso. Todo ello cociéndose
muy despacio, gozando de la aportación de cada ingrediente, dejándose sorprender,
seducir y atrapar por ese exquisito plato, digno de los mejores gourmets de
sensaciones.
No os quedéis sentados esperando, así sólo hipotecáis vuestros deseos e
ilusiones. Cuando los sentidos envían señales, hay que implicarse, no tener
miedo y sacar ese yo más íntimo que llevamos dentro. Sólo dejaos llevar y es seguro
que incluso os vais a sorprender a vosotros mismos.
Sí, decididamente hoy es un día perfecto.
11/08/2013
Presentación del libro "Huellas de Tigre Azul"
El próximo sábado 16 de Noviembre, sale a la luz mi libro de poesía erótica "Huellas de Tigre Azul" Mi hija Noemí ha sido la encargada de ilustrarlo. Con su innato talento ha sabido plasmar en imágenes la esencia de los poemas. El trazo del lápiz y las palabras han creado una perfecta simbiosis en este libro, que pretende ser un paseo por la sensualidad. De la mano de la pasión, el deseo, la nostalgia y la ironía he perfilado unos versos que transportan al ilógico mundo de las sensaciones. Saborearlas se convierte en una cata emocional que nos transporta al íntimo pensamiento femenino. Cuando nacen los sentimientos es como vivir en una montaña rusa, a veces casi tocas el cielo y otras te precipitas en la melancolía. La voz de la cordura poco importa, el cortocircuito neuronal del amor tiene otra voz que nace de los sentidos.
"Huellas de Tigre Azul" es un homenaje a esa persona que, de repente, un día aparece en nuestra vida y la revoluciona hasta el limite de las sensaciones. Ese alguien especial que nos completa, nos llena y saca lo más auténtico de nosotros mismos. El Tigre Azul es el amante en mayúsculas, único y soñado que consigue hacer que, incluso sus imperfecciones nos parezcan perfectas. Sus huellas son imborrables y quedan por siempre grabadas en el arenal de los sentidos.
Si esa definición os suena a utópica dejad fluir la vida y tal vez en un recodo del camino aparezca un tigre o tigresa azul que haga realidad las utopias
"Huellas de Tigre Azul" es un homenaje a esa persona que, de repente, un día aparece en nuestra vida y la revoluciona hasta el limite de las sensaciones. Ese alguien especial que nos completa, nos llena y saca lo más auténtico de nosotros mismos. El Tigre Azul es el amante en mayúsculas, único y soñado que consigue hacer que, incluso sus imperfecciones nos parezcan perfectas. Sus huellas son imborrables y quedan por siempre grabadas en el arenal de los sentidos.
Si esa definición os suena a utópica dejad fluir la vida y tal vez en un recodo del camino aparezca un tigre o tigresa azul que haga realidad las utopias
11/07/2013
FALTA DE EMPATÍA VIRTUAL
Fue un día de esos de monótono trabajo. Por la pantalla del ordenador
desfilaba un aburridísimo vídeo donde una voz masculina, con cadencioso acento
sudamericano, relataba toda una serie de tecnicismos cibernéticos sobre
posicionamientos y demás lindezas.
Ella pensaba que aquel vídeo podría muy bien ser comercializado como somnífero.
Algo letal y sin efectos secundarios, salvo por los ronquidos.
Mientras su mente elucubraba sobre eso, él apoyó la cabeza en su hombro… ¡Que
tierno! -pensó- En ese momento, su subconsciente la miró por encima de la nariz
y empezó a carcajearse. No seas tan patéticamente romántica -le dijo- él sólo
se está durmiendo y a falta de sofá bueno es tu hombro. Ella tan estúpida no
era, pero una es humana y se deja llevar por sus debilidades, así que le dejó
reposar allí, mientras rozaba con la mejilla su pelo y sonreía embobada.
De repente, un parpadeo en rojo inundó la pantalla “Batería baja, conecte
el cargador” Ella lo ignoró ostensiblemente y el “Bello durmiente” también,
pues en aquel momento estaba en el limbo de Morfeo.
Así siguieron un rato más, hasta que la señal apareció de nuevo, esta vez
acompañada de un plus acústico. Ella miró la pantalla, intentando fulminarla,
provocarle un cortocircuito o pegarle un mal de ojo, pero nada, el insensible
ordenador siguió pitando y lanzando avisos. Frío como un témpano y carente de
toda romántica empatía, no paró hasta que le despertó. Lo oyó murmurar algo
entre dientes y abandonó su hombro, levantándose para conectar el inoportuno
aparato. La miró, sin un atisbo de ternura y comentó: “Estos vídeos son tan
aburridos que duermen hasta las ovejas”
Si, ella ya sabía que no hubo nada de mágico ni romántico en ese gesto,
pero es una soñadora nata y soñar es gratis e incluso gratificante pues, a
veces, la cruda realidad carece de todo aliciente. Que sea soñadora no
significa que sea tan tonta como para no ser consciente de las realidades, pero
nunca le perdonará a aquel portátil su falta de tacto en un momento tan...¿dulce?
Y si, a día de hoy, no le ha provocado un calentamiento de cables es por pura consideración
al “Bello durmiente”
DE TIZA Y HUMO
A veces, pienso que soy de tiza y humo. Si, se me puede borrar de un plumazo
o soplar y me disuelvo en el aire. Soy maleable como la plastilina, me adapto a esencias y
manías, a presencias y ausencias. Soy como el agua, de hecho soy de agua y
sensaciones. Fluyo en los medios fríos, en los templados y los calientes. Me
concentro y me disperso, según convenga. Subo y bajo peldaños en pos de
extravagantes utopías que nadie se tomaría ni un minuto en perseguir y cuando se me convoca siempre aparezco. Me puedes
guardar en un cajón y desempolvarme cuando te apetezca, no caduco, mejoro con
el tiempo y la experiencia y se resurgir de mis cenizas. Soy cálida o distante según lo requiera el momento y la audiencia.
Me gusta estar en tu piel y al filo de tus sentidos. En mi definición entran palabras como: camaleónica, diversa,
adaptable, producto del instante, de lo sugestivo y de lo adverso, del amor y del
odio. Puedo ser hielo y fuego, herir tu alma o hacerla volar, darte placer o
sufrimiento. Soy volátil aunque dejo huellas. Provoco deseo o rechazo, risas o
lágrimas y en medio de este caos, nadie puede afirmar que no me conoce. Sin mí
la vida sería muy insulsa. Yo la sazono de exóticas especias, le aporto colores
y magia y soy el mejor antídoto contra las rutinas.
Si me buscas sólo déjate llevar, vive y esta atento a mis señales, porque yo, te puedo abrazar
en cualquier momento.
11/05/2013
SOMBRA FELINA
De repente, subyugada por los átomos candentes del crepúsculo, me ha dado por buscar cerezas
en el olmo que crece en mi cocina y rebozar en azafrán los recuerdos. Más tarde, al quedarme a oscuras, la noche se me ha puesto romántica y lujuriosa. He salido a la terraza para respirarla y una caricia de luna ha estremecido mi piel desnuda en un cósmico aleteo de mariposas. En ese mágico instante, como agua azul te has deslizado por el filo de mis pechos. El reflujo del
silencio ha dejado caracoles en mi arena y en ellos escucho tu voz envuelta en
música. Me envuelve ese algo tuyo que siempre perdura, cálido y urbano, estela de un loco deseo
de sal y besos. En los confines de la medianoche, eres como una sombra felina anudada a mí tobillo.
Desde su posición
sideral las estrellas me lanzan guiños, mensajes cifrados que son travesuras de luz titilando en un cielo de agua y peces. En medio de esa singular atmósfera de manzana y canela, no paro de buscar tu mirada lunar tras las nubes que apenas se perfilan, en su desfilar de insomnes viajeras. Cuando la encuentre, sé que no podré resistir su llamada, así que me dejaré tentar. Sin arnés ni paracaídas, tomaré
el ascensor del aire en un vuelo embriagador, apurando, durante el trayecto, la copa de las
sensaciones, compartiendo su vino con tus labios. Subiré sin miedo, aferrada a la pasión que me convoca el roce de tu cuerpo. Tu presencia es vértigo, deseo y piel agitando mis sentidos, hasta sumergirlos en el torbellino de un coma idílico.
11/04/2013
SERES ERRANTES
Cuando, sin previo aviso,
aterrizas en mi mente paseándote a tus anchas por el laberinto de mis sentidos, constato que: desde
alturas estelares, desde tu complejidad urbana, desde donde respiras, duermes y laboras, habitas
en mi piel y en mis sueños. A veces ausente, incorpóreo, centro huidizo de todo
y de nada, pero nunca indiferente. Entre el silencio eres un eco lejano, un suspiro que regresa, me
enlaza, me achucha y cosquillea, preservándome
del cierzo helado de la melancolía.
Soy pintora de instantes
captados por los sentidos, pequeñas cosas de gran magnitud, dignas de inmortalizar. Cuando compongo tu acuarela, el pincel de mis días
te dibuja como una ráfaga de luz que evoca deseo y pasiones, acercándose a mí
entre lunas y soles, mares y estrellas, asfalto e islas de ensueño. Envuelto de
una azul atmósfera se perfila el puente estelar que nos une, convertido en metáfora del vértigo
de sensaciones que desatan los ritmos, o tal vez simplemente sean las cómplices
sonrisas, el color de tantas palabras enlazadas alrededor de una copa de vino,
o el apetito de los cuerpos al filo de la medianoche. No sé, tal vez sea una mezcla imposible de definir, como lo es todo lo que no se rige por leyes humanas.
Abrazado o perdido, quizás
hallado, eres en mi memoria el reflejo vivo de escenas paganas, de bacantes y
faunos celebrando los placeres de la vida en un espacio sin veda ni tiempo. Te
llevo tan profundamente tatuado a fuego en la piel de mis sentidos que hasta
cuando crees que te olvido, envuelta en nubes de silencios, estoy continuamente
escribiéndote en el papiro de mis más íntimas emociones. Si, ahí de donde nacen
mis locos versos, mis lunáticos cuentos y todas las palabras que lanzo al viento.
No sé en qué momento, o
si tendrá fin esta extraña fusión que atemporalmente nos lleva y nos trae por
el parque temático de la existencia. En una eclosión de lucidez ilógica me apetece imaginar, que tal vez en otra vida fuimos hechizados por la asombrosa pasión de
una noche perfecta y eso nos convirtió en dos seres errantes -agua y cielo- que
hace mucho se desglosaron de un único átomo que eternamente busca su
recomposición perenne.
11/03/2013
SOLA
Se habían encontrado otras veces, de hecho habían compartido muchos momentos, la mayoría en silencio, algunos de reveladoras palabras. Ella tiene esa facultad de poner voz a los defectos, a las debilidades y a todo aquello que a veces queremos eludir, más que nada para no sufrir.
Fue una mañana de principios de noviembre. Una de esas mañanas en que la meteorología parece ir por libre y se empeña en que el otoño se convierta en cálida primavera. Andaba por la orilla dejando que las olas se enredaran entre sus pies dibujando filigranas de espuma, cuando volvió a notar su presencia. Antes de verla la percibió, sintió el suave chapoteo de sus pasos acoplado a los suyos, noto su aura rozándola y lo supo: ella había regresado.
Sus esporádicos encuentros nunca eran deseados. Ella siempre ponía el dedo en la llaga y era preferible evitarla. Sin embargo debía de reconocer que la hacia meditar y ese ejercicio de exploración interior le era muy útil para mostrarle su lugar y el camino a seguir.
Así que cuando la saludó, respiró hondo, disponiéndose a soportar su vapuleo verbal. Entró suave, hablándole de todo y de nada a la vez. Le contó pequeñas historias de su pasado, detalles en apariencia sin importancia, a los que iba añadiendo su porque y su trasfondo más oculto, aquel que nace en el subconsciente. La trajo al presente y poco a poco, fue haciendo añicos cada una de sus mirificas ilusiones, creadas a partir de azules sensaciones hechas de deseo y piel. A medida que la conversación fluía la implicación mutua era mayor. Seguían paseando por la orilla, a ratos ironizando o enzarzadas en una en una feroz discusión. Como hacía siempre que se encontraban, le recitada un rosario de verdades que ella ya sabía, pero que no quería oír.
Nada le habría gustado más que poder hacerla desaparecer y con ella sus palabras y todo aquello que le constataban, pero ella no era fácil de eludir. De hecho deshacerse de ella era como perder una parte de si misma, aquella parte lógica que acota los sueños perfilando las verdaderas realidades.
A pesar de ser consciente de demoler su moral, siguió hablando y hablando, lanzando dardos, rasgando sentidos, arañando, hiriendo, hasta que ella se dejó caer sobre la arena, con las manos en el rostro y las lágrimas escociendo en los ojos. La solitaria playa se volvió fría de repente, perdió la noción del tiempo y la capacidad de seguir oyendo, sumergiéndose en un mundo neutro y amorfo, para recomponerse.
Lejos de ella la vida siguió girando, el sol haciendo ruta y las gaviotas bailando en el aire... fue mucho más tarde cuando volvió a mirar el mar, dejando que su brisa le secara las lágrimas.
La otra, aquella presencia punzante y familiar a la vez, ya no estaba, o tal vez si. Sólo la había amarrado de nuevo al fondo de si misma, para amainar el temporal anímico y poder seguir navegando hasta encontrar su puerto.
Empezó a trazar símbolos sobre la arena mojada. Trazos que compusieron palabras. Palabras que rozaron las olas como besos furtivos.
La brillante luz del sol creó fugaces destellos sobre aquella frase, medio borrada por las aguas, donde aún se podía leer: NO ME PUEDO PERMITIR EL NAUFRAGIO, PUES ESTOY SOLA
Fue una mañana de principios de noviembre. Una de esas mañanas en que la meteorología parece ir por libre y se empeña en que el otoño se convierta en cálida primavera. Andaba por la orilla dejando que las olas se enredaran entre sus pies dibujando filigranas de espuma, cuando volvió a notar su presencia. Antes de verla la percibió, sintió el suave chapoteo de sus pasos acoplado a los suyos, noto su aura rozándola y lo supo: ella había regresado.
Sus esporádicos encuentros nunca eran deseados. Ella siempre ponía el dedo en la llaga y era preferible evitarla. Sin embargo debía de reconocer que la hacia meditar y ese ejercicio de exploración interior le era muy útil para mostrarle su lugar y el camino a seguir.
Así que cuando la saludó, respiró hondo, disponiéndose a soportar su vapuleo verbal. Entró suave, hablándole de todo y de nada a la vez. Le contó pequeñas historias de su pasado, detalles en apariencia sin importancia, a los que iba añadiendo su porque y su trasfondo más oculto, aquel que nace en el subconsciente. La trajo al presente y poco a poco, fue haciendo añicos cada una de sus mirificas ilusiones, creadas a partir de azules sensaciones hechas de deseo y piel. A medida que la conversación fluía la implicación mutua era mayor. Seguían paseando por la orilla, a ratos ironizando o enzarzadas en una en una feroz discusión. Como hacía siempre que se encontraban, le recitada un rosario de verdades que ella ya sabía, pero que no quería oír.
Nada le habría gustado más que poder hacerla desaparecer y con ella sus palabras y todo aquello que le constataban, pero ella no era fácil de eludir. De hecho deshacerse de ella era como perder una parte de si misma, aquella parte lógica que acota los sueños perfilando las verdaderas realidades.
A pesar de ser consciente de demoler su moral, siguió hablando y hablando, lanzando dardos, rasgando sentidos, arañando, hiriendo, hasta que ella se dejó caer sobre la arena, con las manos en el rostro y las lágrimas escociendo en los ojos. La solitaria playa se volvió fría de repente, perdió la noción del tiempo y la capacidad de seguir oyendo, sumergiéndose en un mundo neutro y amorfo, para recomponerse.
Lejos de ella la vida siguió girando, el sol haciendo ruta y las gaviotas bailando en el aire... fue mucho más tarde cuando volvió a mirar el mar, dejando que su brisa le secara las lágrimas.
La otra, aquella presencia punzante y familiar a la vez, ya no estaba, o tal vez si. Sólo la había amarrado de nuevo al fondo de si misma, para amainar el temporal anímico y poder seguir navegando hasta encontrar su puerto.
Empezó a trazar símbolos sobre la arena mojada. Trazos que compusieron palabras. Palabras que rozaron las olas como besos furtivos.
La brillante luz del sol creó fugaces destellos sobre aquella frase, medio borrada por las aguas, donde aún se podía leer: NO ME PUEDO PERMITIR EL NAUFRAGIO, PUES ESTOY SOLA
11/01/2013
MIRADA DE FUEGO
Hace ya un rato que mi compañera se ha dormido, últimamente aguanta poco y no resiste una cena entera, pero yo sigo bien despierta y atenta a todo lo que ocurre a mi alrededor. Ellos ya han terminado de saborear el vino dulce que acompañó a los postres. Hace rato que sonríen sin motivo aparente, con un punto de travesura en las miradas. Cómplices sonrisas que son la evidencia de que algo especial los une en esta conjunción de espacio y tiempo.
Hace rato que suena la música llenando la estancia de ritmos diversos, hasta que de repente, ella, se le acerca mimosa y le pide que ponga algo más íntimo para bailar. En un instante la voz de Chris de Burgh y su Lady in Red, flota a su alrededor como un sinuoso velo, abrazándolos.
Los observo fascinada mientras siguen el ritmo en perfecta armonía. Son dos cuerpos dialogando, seduciéndose, componiendo al unísono una sensual coreografía que se va tejiendo sutilmente, con cadencia de ola y deseo. Se nota que hay química entre las pieles, generando una lujuriosa corriente que las cosquillea, las agita y excita, mientras un juego de miradas, que son llamas, van prendiendo hogueras de pasión con cada parpadeo. Es una perfecta simbiosis, sobre la improvisada pista de baile, de dos seres que comparten la magia de la noche.
Se van desnudando, se atraen y se entregan a las caricias y a los besos. No parece correr el tiempo en los relojes, en ese momento están ellos solos y la música, como una llamada erótica, invitandolos a entregarse a placeres infinitos.
Juegan, se seducen y provocan. Se tocan, sienten, retozan y el baile se convierte en el preliminar de un festín erótico.
Yo, desde mi clandestina posición, sigo mirándolos, subyugada por la especial atmósfera que envuelve a los amantes en ese instante.
Desnudos, abrazados, aún bailando, se acercan a la mesa y ella se recuesta sobre su superficie. En ese justo momento, él se percata de mi presencia, se acerca, se inclina sobre mi y sopla...
Mi ardiente mirada se desvanece y un hilillo de humo se eleva poniendo el punto y final a mi descarado "voyerismo"
Lo siento porque ahora, tanto vosotros como yo, os vais a perder la parte más tórrida del relato, pero finalmente la escena se ha quedado a oscuras.
Hace rato que suena la música llenando la estancia de ritmos diversos, hasta que de repente, ella, se le acerca mimosa y le pide que ponga algo más íntimo para bailar. En un instante la voz de Chris de Burgh y su Lady in Red, flota a su alrededor como un sinuoso velo, abrazándolos.
Los observo fascinada mientras siguen el ritmo en perfecta armonía. Son dos cuerpos dialogando, seduciéndose, componiendo al unísono una sensual coreografía que se va tejiendo sutilmente, con cadencia de ola y deseo. Se nota que hay química entre las pieles, generando una lujuriosa corriente que las cosquillea, las agita y excita, mientras un juego de miradas, que son llamas, van prendiendo hogueras de pasión con cada parpadeo. Es una perfecta simbiosis, sobre la improvisada pista de baile, de dos seres que comparten la magia de la noche.
Se van desnudando, se atraen y se entregan a las caricias y a los besos. No parece correr el tiempo en los relojes, en ese momento están ellos solos y la música, como una llamada erótica, invitandolos a entregarse a placeres infinitos.
Juegan, se seducen y provocan. Se tocan, sienten, retozan y el baile se convierte en el preliminar de un festín erótico.
Yo, desde mi clandestina posición, sigo mirándolos, subyugada por la especial atmósfera que envuelve a los amantes en ese instante.
Desnudos, abrazados, aún bailando, se acercan a la mesa y ella se recuesta sobre su superficie. En ese justo momento, él se percata de mi presencia, se acerca, se inclina sobre mi y sopla...
Mi ardiente mirada se desvanece y un hilillo de humo se eleva poniendo el punto y final a mi descarado "voyerismo"
Lo siento porque ahora, tanto vosotros como yo, os vais a perder la parte más tórrida del relato, pero finalmente la escena se ha quedado a oscuras.
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