2/27/2014

EL MAR ENTRE MADRÉPORAS


Al filo del alba, en ese instante de canela en que el sol deshoja sus pétalos de luz sobre las olas, tu recuerdo se hace piel sobre la mía. A veinticuatro horas de distancia de nuestro próximo abrazo, el deseo perfila su sombra, en las estancias de mis sentidos. Sumida en este dulce traqueteo del despertar marino me siento en la orilla y me pregunto, cómo calcinar el tiempo sin tus besos para que no te añore mi yo enamorado.
 
Quisiera saltar al otro lado del espejo y venir a tu encuentro, salvando esta existencia clandestina, urdida en el crisol de las pasiones. Escucho el latido del mar retozando entre madréporas y su eco se pierde más allá, por los caminos de cemento de la soledad urbana. No sé muy bien que prodigiosa mecánica me lleva a añorarte tanto, ni que viento tuyo agita la veleta de mis sentidos en una dichosa algarabía de delirios, pero todo, en esta hora canela, me lleva a recordarte.
Me sumerjo en la euritmia de este mar que clama su salmodia en oleajes, para quemar estas horas de carencia. Él viene y va entre corales, travieso como un fauno, en su inmortal cortejo. Con cada líquida pulsión, del lecho de madréporas se agita un revuelo de peces de colores. Su alboroto es un gesto primitivo, una súbita ascensión desordenada que me lleva en su vorágine y en un instante cárdeno y azul, exento de lógica terrestre,  estás conmigo.

LA LUNA DE AZAFRÁN


Hoy me siento como esa quieta Luna de azafrán, que reposa junto a Venus encerrada en su mutismo sideral. A mí alrededor giran los astros y su luz forma parte del arcano lenguaje del universo. Desde mi cielo, miro el mundo prisionero de lo tangible, de lo puramente material y me pregunto si mis inquietudes intangibles tienen cabida en él. Esta noche el mar llena sus ánforas de silencios para que los recuerdos acaricien mi mente y las sensaciones inunden mi espíritu. Ese espacio vacío de sonidos, lleno de músicas, resbala sobre mi piel como mensajes preñados de misterios. Navego mar adentro en medio de una oscuridad profunda, vulnerable a los vientos, buscando el refugio de una playa. No voy a tientas, me guía el faro de mis sueños, él es mi luz, yo su reflejo.
De repente ella aparece. Es el trazo de una palabra columpiandose en el viento. La veo elevarse, en un cósmico vuelo, poniendo pasión y acento a la voz de los sentidos. La palabra es un refugio, un tranquilo puerto donde reposar mi insomnio y siento como las sombras se iluminan mientras, con el tacto de los versos, perfilo caricias en el papel, que fluyen como una lluvia de notas musicales, flotando por el onírico espacio de esta hora bruja, que lentamente me abraza.
Subyugada por ese anhelo creativo que nace de los sentidos y las rutas de la vida, me siento en la noctámbula orilla de esta playa a dibujar poemas sobre la arena, bajo la mirada de mi Luna de azafrán. A mí alrededor duerme la tierra y bajo un cielo de chocolate, las olas marcan el latido de la mar.
Sé que mañana, cuando el alba deshoje sus colores, desvelandome nuevos anhelos, subiré otra vez a mi barca y pondré rumbo a alta mar siguiendo el incesante flujo de las mareas. Navegaré entre corrientes, dejando que sus olas me salpiquen de vivencias mientras en el horizonte, estarán siempre despuntando las preguntas que tal vez nunca obtengan respuestas.
Mientras prosiga mi viaje continuaré explorando playas y recónditas calas, porque esa continua búsqueda enriquece mi esencia. Ellas serán el refugio donde hallaré la belleza que engendra toda la magia que me permite seguir esculpiendo cada poema de pasión y silencio que me nace del alma.
 

2/25/2014

LOS SUEÑOS, COMPLEJO VITAMINICO DE VIDA.


De niña tenía un gran baúl, lleno de sueños, que guardaba celosamente en el desván de los deseos. Cada día lo abría para seguir tejiendo retales de nuevos sueños que luego, en la adolescencia, fui perfeccionando, con expectativas de futuro.
Más tarde, al alcanzar la edad adulta, dejé de subir al desván. Mi vida fluía en una vorágine de compromisos y obligaciones tanto laborales como familiares que ocupaban todo mi tiempo, sin darme tregua a pensar en mi misma. Así mi baúl de sueños quedó postergado al abandono y muchos de estos se oxidaron bajo el moho del olvido.

Después de esta etapa de obligado reposo soñador, entré en la madurez. Un tiempo más mío y más libre que volvió a despertarme el cosquilleo de trepar hasta mi desván de los deseos para reencontrarme con mi viejo baúl de sueños. La estancia estaba llena de polvo y telarañas, víctima de mi temporal abandono, pero mi baúl seguía allí, como un objeto triste y solitario. Lo abrí, casi con miedo a lo que pudiese encontrar dentro. El cierre se me resistió, sus bisagras oxidadas chirriaron, pero al fin se abrió. La imagen que presentaba el contenido era más bien decepcionante. Deshilachados, carcomidos, rotos y en fase de desintegro se amontonaban los restos de mis pasados sueños. Me quedé aturdida y con ganas de llorar, al pensar en todas aquellas ilusiones echadas a perder, muertas antes de concretarse. Sin embargo, si algo he aprendido es la inutilidad de lamentarse, así que cerré mi querido baúl y lo guardé como una pequeña reliquia del pasado. Limpié a fondo mi desván de los deseos y con el radiante sol sonriéndome a través de sus ventanas, me puse a tejer nuevos sueños, aunque esta vez sin guardarlos. Me propuse a mi misma que dejasen de ser utópicos y les puse su dosis de realidad. Desde entonces los sigo tejiendo y cada día, al salir a la calle, me visto con uno nuevo. Ya nunca los guardo para que se oxiden, sino que los aireo y los vivo con la intensidad que se merecen. Desde estas líneas les rindo un merecido homenaje, ya que gracias a ellos me siento intensamente viva.
Mi único mantra en esta etapa de maravillosa madurez es: No sueñes tu vida, vive tus sueños

 

2/23/2014

EL EROTISMO DE LAS ESPECIAS


Tal vez este espacio noctámbulo pueda parecer una hora vacía, sin la calidez del beso y el abrazo o un tiempo muerto, enquistado en el mundo onírico. Pero en mi insomnio te convoco, paseándome por tus huellas azules en mi piel, hasta hacer de ti la sensual concreción de mis sueños de albahaca.
Con hilos de fantasías voy a tejer un íntimo espacio, un pequeño oasis donde instalar la jaima perfumada de vainilla, un refugio de placeres infinitos que he cosido para ti. Mientras se deshoja la noche de chocolate, desnudaré tu cuerpo cansado y mis manos serán mariposas aleteando sobre el filo de tu piel, salpicándola de aromáticos aceites de romero con notas de deseo. Nos beberemos las pasiones en cuencos azules de cristal, conjugando el sabor del vino y de las especias. Seré tu luna de jengibre dibujándote, con dedos de canela, un mosaico de caricias. En la cómplice penumbra encenderé las luciérnagas de los astros y las estrellas, como velas levitando por el firmamento. Misteriosa y secreta me enlazaré al conjuro de la música hasta desprenderme de cada uno de mis siete velos. El sutil roce de la seda, flotando ingrávida, será un toque de guindilla para enardecer tu fuego. Bailaré, por las estancias de nuestro universo, como una ola sinuosa, en avance y retroceso sobre la arena de tu playa. Seduciéndote con cada movimiento, mientras la marea nos confunde en un solo elemento… y así hasta que un alba de mostaza se disuelva perezosa sobre el mar, unida a la cadencia de sus aguas de miel y coral.
A ti, que duermes al otro lado de mi insomnio, te estoy convocando. Esta es una llamada para estimular la sal y pimienta de tus deseos. La dejaré suspendida en el cielo, con hilos de azafrán. Quizás  al despertar levantes la vista, atraído por su parpadeo de cayena y ámbar y te apremie el deseo de cabalgar hasta mi oasis, para revolcarnos sobre un lecho de lavanda.

2/22/2014

DIÁLOGO CON LA MÚSICA


Según una antigua leyenda, cuando el Sumo Hacedor dispuso la batería de focos con los que habría de iluminar el Universo y dijo "Hágase la luz” en el mismo instante en que esta se hizo, él la oyó. El Creador se sorprendió al escuchar lo que, en un primer momento, juzgó un ruido atribuible a algún fallo en la mecánica celeste y temió por su invento. Pero muy pronto, tras un instante de desconcierto que pareció durar una eternidad, supo que era la música de las esferas, la melodía que desprendía el cosmos al iniciar el acompasado baile de los astros. Y le gustó, le gustó tanto que, según la vieja leyenda, subió el volumen de aquella melodía, para escucharla mejor mientras proseguía su ingente tarea creativa...

 
DIÁLOGO CON LA MÚSICA

Ella_ ¿Quién eres tú qué repercutes en mi corazón y lo llenas de emociones?

Música_ Soy la voz del pasado, de una época perdida entre los confines del tiempo. El sentimiento, aún vivo, de un alma sensible que me compuso para que otros recibieran su legado. Soy también la armonía de tu presente y tu futuro

Ella_ Eres un poema flotando en el aire que me enamora, reverberas en los muros y traspasas mi cuerpo como si no existiese, me haces sentir etérea como la huella de un beso.

Música_ Soy la memoria que regresa desde el lindar remoto de la vida, fiel a una invocación que no perdona. Tú me has despertado esta tarde de invierno.

Ella_ Cierro los ojos, pues sólo los de mi corazón pueden verte. Eres hermosa, impregnada de aromas y hecha de materia celeste. Paseo por la geometría navegable de tus notas que me visten de infinito, haciendo cristalizar en mi alma el tañido del universo.

Música_ Soy un halo indefinido, el soplo del recuerdo de algo que has vivido, la huella de un amor, o la ilusión de una vaga esperanza irrealizable. Vengo a ti desnuda, a través de la brisa, para hablarte con un lenguaje universal, ofreciendote su mensaje hecho de ritmos.

Ella_ Cabalgas en el viento, llegas a mí desde lo hondo del silencio, perforas la luz por el ancho mar, por los altos cielos. A veces me recuerdas la soledad sonando.

Música_ Así es mi voz, a ratos triste y sola, a veces sonoridad marina, o el destello de un instante frívolo donde perdura el movimiento de los cuerpos en sensual comunión.

Ella_ Hay un momento turbio entre tus ritmos, un momento roto y la esperanza que escribes en el inmenso pentagrama del Universo.

Música_ He oído tu piano esta madrugada, parecía un ruiseñor nostálgico cantando sobre un solitario ciprés.

Ella_ Al despertar el alba tú me poseíste como un amante, mis dedos rozando las teclas eran caricias. Parecían el vuelo sutil de una mariposa recorriendo el jardín de los sentidos. En tu voz derramé mi melancolía y todos mis anhelos para grabarlos en el firmamento.

Música_ Yo estaba dentro de ti, era tu ser y tu aliento y la magia que surgía de tu teclado esparciéndose como una cálida lluvia de verano, entre los tenues colores del invierno.

Ella_ Has ocupado mi casa, mi vida y mis sueños, estoy prisionera en la red de tu armonía. Gracias a tu hechizo todo lo que contemplo vibra y arde ¿Oyes como canta la espuma del mar en tu invisible cuerpo? Sol sostenido en el poniente, alta polifonía de luz crepuscular derramándose a raudales.

Música_ Desde el otro confín del horizonte la montaña coral (madera y viento) responden con un denso y cárdeno acorde a la lenta agonía de la tarde.

Ella_ Parece como si la creación expandiera sus fronteras hasta rozar ignotas constelaciones, brillando más allá de sus límites.

Música_ Un vuelo de escalas luminosas dibujan un pentagrama de firmamento a firmamento, fundamentando la evidencia: Soy la imperecedera voz del cosmos sensorial.

Ella_ Por eso te amo, con esta mezcla de fascinación apasionada que embriaga mi alma.

Música_ Por eso habito tu corazón, sin tiempo ni espacio, desde mi inmortalidad casi divina.

Ella_ Nunca me dejes. Si tu magia cesa de sonar, yo también me extingo.

 

 

2/18/2014

DESPERTAR EN PARÍS


El despertar incipiente del día, unido a mi insomnio me saca de la cama de manera prematura. Paris siempre se me ofrece como una tentación irresistible, así que me levanto y abrazada por las incipientes luces del alba salgo a pasear  por las calles aún dormidas hasta Le Quai Branly, para cruzar a la otra orilla.

Hace frío y del Sena se eleva una neblina que flota ingrávida sobre las aguas, dándole un aspecto irreal a las barcazas que se mecen perezosas en el suave vaivén de la corriente. Entre el murmullo acuático de sus esqueletos de madera, parecen dormitar, soñando con los misterios escondidos entre las aguas. Al otro lado del río el perfil de los edificios es un dibujo a carbón por el que, una mano invisible ha deslizado un difumino, haciéndole perder la definición de sus contornos.

Me detengo unos instantes a saborear esta hora de calma en la que aún no se perciben los ruidos de la gran urbe pero si las voces ocultas de lo invisible.

 En un banco cercano duerme un mendigo. La visión de su figura delgada y frágil, sacude mis sentidos. Es la otra cara de la gran ciudad, la de la soledad y la miseria, la de la individualidad que aísla a los seres humanos dentro de la multitud.

 A lo lejos el tañido de las campanas de Notre Dame me trae el recuerdo de un sensible y solitario Quasimodo, brutalmente repudiado por su deformidad y pienso en todos los seres que sufren día a día el lastre de sus diferencias. En un mundo "tan civilizado" aún no hemos aprendido a tolerar y mirar más allá de la simple fachada, donde reside la esencia y lo que verdaderamente importa.

Un barrendero con aspecto de emigrante me sonríe amable y le devuelvo la sonrisa, ese sencillo gesto, esbozado casi sin pensar, nos une por un instante.

A poca distancia de mí, apoyada en la barandilla del puente, una mujer de mediana edad contempla absorta algo inmaterial y lejano. Ella está allí, pero no su espíritu. En su mirada perdida hay tanta tristeza que siento el deseo de abrazarla, de confortar la enorme nostalgia de su alma, que intuyo herida. Sin embargo no lo hago, al fin y al cabo para ella soy una desconocida y el contacto físico parece algo más limitado a efusiones entre íntimos amigos que no a un acto de solidaridad. Tal vez ese sea el problema de la soledad del mundo actual, somos demasiado anónimos, tememos y desconfiamos del calor de un abrazo, nos da miedo implicarnos.

A mí alrededor empieza a despertar la vida, las sombras y la niebla del alba se retiran, absorbidas por los nítidos colores del nuevo día que se anuncia radiante, aunque frío. Los perfiles de los edificios se concretan de nuevo y Paris se va poblando de ruidos familiares. La mujer del puente parece regresar del remoto lugar donde se hallase. Ha pasado su momento de silencio, ese que saca a flote nuestras flaquezas. El mendigo sigue durmiendo, seguramente en brazos de Morfeo puede olvidar que es un marginado. Tal vez esté soñando con la persona que fue o quizás siente que solo puede ser aceptado en su mundo onírico y ese es su refugio.

De las puertas abiertas de un pequeño café se expande el alegre sonido de un acordeón, los compases de “Sous le ciel de Paris” inundan el aire acompañando el aroma de deliciosos croissants recién horneados. Eso me recuerda que aún no he desayunado así que, atraída por la irresistible llamada de los sentidos, me dirijo a la entrada del sencillo local.

Al cruzar la puerta me encuentro en un espacio lleno de antiguo aroma, como de un tiempo congelado en el pasado. Todo respira cierta decadencia y está envuelto por una sensación de acogedora calidez. Cada silla, cada mesa, han recopilado en las huellas tatuadas en su añeja madera un montón de vivencias, de historias hilvanadas entre estos muros, de alegrías y tristezas tejidas alrededor de una humeante taza de café. Incluso alrededor de aquellas copas cuya finalidad es llegar al olvido. De la pared cuelgan un sinfín de fotografías de un Paris algo lejano, todavía en blanco y negro, donde perdura en imágenes el fascinante mundo de la bohemia.

Detrás de la barra, un hombre de edad indefinida trastea en la vieja cafetera. Al oírme se vuelve y me sonríe… “Bonjour madame, je viens tout suite”

Me siento en una pequeña mesa desde donde tengo una bella panorámica del Sena. Por un instante el cristal de la ventana se convierte en la acuarela de mis sueños. Estos desfilan sobre las aguas del río y se deslizan en su corriente, mientras los contemplo fascinada por el poder que tienen sobre mis sentidos y mis emociones. La presencia del camarero con el desayuno rompe el mágico momento y me devuelve a la realidad, pero sin perder de vista esa fina línea que la separa del inconsciente.

Sé que ellos siempre están conmigo, yo les adjudico sus colores y a cambio son mi oasis de luz. Por eso, en ese instante cotidiano pero especial a la vez, mientras saboreo despacio mi “café au lait” la mente los perfila de nuevo, silenciosos y eternos,  como una huella sutil de mi esencia, trazos invisibles de mí autentico ser.

Más allá de aquel rincón, en las bulliciosas calles sigue la vida, salpicando a los seres de alegrías y miserias, como una fina lluvia donde las gotas danzan con la música de las risas y en ocasiones se confunden entre lágrimas de nostalgia.

 

2/17/2014

ALES DE FUGA


Plou, i les gotes van teixint una liquida cal·ligrafia damunt del paisatge urbà. Sota el paraigua, immersa en la nit, assaboreix la barreja del silenci amarada per el suau repic de la pluja. L’aire humit i càlid l’envolta d’un mar de llunes, mentre un batec incessant d’estrelles de neó matisen d’argent l’asfalt atzabeja. La callada arquitectura s’eleva com somiadors fantasmes, sentinelles muts del seu pas evanescent. Crepita un foc de poesia dins seu, la crida dels sentits, desperts i amatents a cada sensació. Per sota els arbres del carrer, entre vels de misteri, naveguen cançons, instants intimistes que la porten a ell, perquè per ella el seu cos és un esclat de música en constant harmonia que l’atrau, com la papallona a la llum.
Sent la invisible presència dels astres com petits fars sota el llençol de núvols i amb la nit als ulls camina cap a casa, sense presses, arrecerada en el temple dels sentits i gaudint plenament de la calma del límpid alè de primavera que, hipnòtic, sembla deturar-li el temps entre les ombres. L’aire és de seda i despulla aromes dels jardins, creant un íntim parèntesi en el brogit de l’existir.

Perduda en un plaent somieig, vola lliure i amb la tendresa als dits dibuixa la carícia en el buit. Somia un estel errant on perfila a l’amant que tant enyora. Capgira l’instant com un rellotge foll i penetra en l’àmbit del seu record per fer-lo pell i desig.
Onírica bogeria que l’impregna del seu familiar aroma i de la passió de les seves mans recorrent-li el cos. De lluny, oneja el so de les campanes repicant la mitja nit. L’assetja un pensament, il·lusió vana... potser en la distància ell alça un instant la mirada i pensa en ella?

Sap dibuixar paisatges amb pinzell de lletres, però com descriure la geometria de les emocions? És una bruixa noctàmbula que conjura somnis d’absència i amb els dits delerosos de la ment esculpeix el rostre que anhela, creant un íntim miratge, nu de temps. Res detura l’orgia dels sentits, el tacte crema mentre el perfà, les mans perceben l’incipient batec del seu somriure que neix en aquells ulls que la varen enamorar, el gest i l’expressió pausadament és fan reals... S’allunya, l’observa, gira al seu entorn i ell és fa palpable, carn de la matèria d’un somni. Sobtadament s’adona que la nit li ha ofert allò que li nega el dia per fugir de la nostàlgia: Ales de fuga!
S’enlaira vers la faula on moren els rellotges i tot deixa de ser inabastable. Mentre, segueix fent camí per entre la fosca i, a masura que somia, la pluja esdevé un líquid espai de deliris.

2/13/2014

PERFIL ANÓNIMO


La noche es densa sin luna ni estrellas y cuando su velo azabache roza mi piel me abraza un silencio azul que se mece en el halo de la música. Las notas del Nocturno de Skriabin dibujan escalas y arpegios en el pentágrama del aire. Entre nota y nota se crea un oasis de nítidos silencios, donde reposar el alma.
Sin prisas, entretejo hilos de palabras que se pierden más allá de la pantalla e invaden tu secreto espacio, enlazándose con los tuyos. Empieza a formarse un sutil tejido compuesto de pensamientos, una tela finísima coloreada de sueños que ilumina la noche, despertando sonrisas en los astros errantes.
Escucho tu voz enmudecida por la distancia, llena de misterios y deseos. Es la voz de un poeta que está de paso, una fugaz estrella del mundo virtual, un alma preñada de versos que se agita y esparce su viento de metáforas. Tu corazón anónimo y transparente las va sembrando en la fría pantalla y yo las recolecto ya germinadas y vivas.
Estamos dentro de un círculo mágico, delimitado por el elíptico trazo de las palabras. Me vas dibujando huellas, vivencias que conforman el sendero de tu vida y con ellas empiezo a dibujar tu tela. Intuyo que su paisaje esta hecho de dunas viajeras, ligeras y huidizas, que abren caminos escarpados, barrancos y cimas inexploradas. De vez en cuando se perfila una suave colina, un prado donde el riachuelo discurre plácido, un refugio donde detener el tiempo y gozar de la belleza. Dispongo la paleta: sienas, ocres, naranjas, magenta, pinceladas de azul y violeta y un oscuro indefinido para las sombras, que las hay. Empiezo a pintar en la noche sin luna, aún con la certeza de que nunca podré terminar el cuadro y serás una tela inacabada, solo un esbozo, una ilusión creada por los seres de las sombras que danzan sin freno en la hora bruja.
A pesar de todo sigo esparciendo colores. Mi mano se mueve ágil motivada por mi inquietud hacia el complejo cromatismo de los espíritus nómadas. Dejo fluir ese espacio ausente de tiempo, rico en matices y tú me regalas poesía. Camino insomne tras tus huellas sembradas de versos, como una mariposa, fascinada por el fugaz resplandor de una vela. Me atrae como nada el reto de plasmar tu alma y sigo añadiendo pigmentos para poner realidad y calidez a tus matices.
Tal vez mañana, cuando el alba restituya las formas y devuelva los límites al mundo, me daré cuenta de que fuiste un sueño que solo debo buscar entre las estrellas, pero esta noche dejame ser beduina de tu oasis.

2/11/2014

DO, RE, MI, FA, SOL, LA, SI


Son dos ritmos colgados del pentagrama de la vida que ejecutan su propia melodía. Fluyen en ella, entregados a la cadencia que marca la existencia, unidos por la clave de sol, pero no revueltos.
A veces, en pleno concierto, sus compases se entrelazan. Es una unión aérea, de acordes tranquilos o de cárdena percusión, componiendo una sensual sinfonía que se expande con fuerza por las estancias de su espacio de encuentro. Entonces, en la fracción de un instante, mientras vibran enlazados, revueltos, fusionados, el tiempo se detiene y ella abandona su ritmo, para ser parte de su amante y él aparca el suyo, para ser parte de ella. Si, en esa pequeña fracción, sin tiempo, son uno, se poseen mutuamente y él siente algo, deseo, urgencia, pasión... no importa, ese algo les une y hace mágico el momento. En la cúspide del crescendo se fusionan sus mundos en uno solo y el do, re,mi de las sensaciones convoca una conjunción sin nombre. Luego, un lento eslow se desgrana y la fusión se vuelve abrazo, relax, susurro. Si, entonces tal vez incluso para él hay un tímido fa, sol de cariño, flotándo entre zíngaros violines, mientras el mi la, si, de ella es un espontaneo estallido de ternura, oscilando entre las esferas celestes.
Son dos ritmos, metal y cuerda bailando por el mundo, que a veces se entrecruzan para componer una única melodía a golpes de pasión y vida

 

2/10/2014

FELINO AMANTE


Te percibo entre las sombras

como un felino acechando mi cuerpo.

La atmósfera se hace cálida y densa,

casi se pueden tocar las moléculas de pasión

que vibran en cada rincón de la estancia.

Me desnudo para ti, sin prisas,

revelando el deseo que late bajo mi piel.

Cada gesto es pura provocación,

cada suspiro un canto de sirena,

una llamada para atraerte a mis playas.

Sin pudor, dejo que la luna me dibuje

mientras trazas eróticos senderos

sobre la geografía de mi cuerpo.

Mi susurro, en la intimidad callada

 reclama el aliento de tus labios

sobre las colinas de mis pechos.

Se arquean mis caderas como una ola

clamando por ti, en un gesto de lujuria.

En un instante la urgencia rompe límites

entre un tibio fluir de saladas aguas

y ardemos en un fuego sin cenizas

inventado, sin reposo, las locuras

que pueblan nuestro navegar lascivo.

Gime el deseo como un fauno impetuoso

cabalgando por el filo de nuestras pieles

y en ese espacio de sublime fusión

se desgarra la noche, se agitan los astros

y una lluvia de estrellas estalla

rasgando los límites del placer.

 

Mucho más tarde,

cuando el alba perfila tus formas

sobre la arrugada sábana,

me pego a tu piel de felino amante,

siento el ronroneo de tu cuerpo

 y te abrazas a mí, en sueños.

Detengo el tiempo en el instante,

y mi mano se alza, ingrávida,

dibujando, con apenas un roce,

el color de una caricia.

 

 

2/08/2014

AROMA DE PASIÓN, ALMA DE CERA


Soy frágil y mutable. Mi cuerpo a veces se licua y luego se concentra, es blanco como el velo de una virgen y emana el sensual perfume de una diosa. Presido momentos de seducción, preliminares y pasiones que fluyen y se engendran a la luz de mi llama. Comparto espacios de cava y rosas, de ritmos y caricias conjugadas entre besos y susurros. Soy la magia que aporta su halo de calidez a la atmósfera que envuelve a los amantes y me fundo en su piel bajo el tacto sinuoso del cortejo. Soy efímera pero intensa, habitante de otras vidas perfiladas con lujuria, donde el tiempo se quema en los relojes del deseo. Formo parte de la mecánica prodigiosa que excita los sentidos mientras me deshago en aromas. Danzo, como una odalisca, trazando pinceladas doradas en la trémula piel de los amantes. Soy voyeur de pasiones, de encuentros eróticos y cuerpos desnudos devorándose enteros, de juegos prohibidos y orgasmos cabalgando en las alcobas. Vivo para ser parte de la seducción y muero, en un último suspiro de luz, agónica y ardiente, mientras se eleva un gemido de placer desde un lecho de raso y ella se agita como una mariposa, rozando el éxtasis, inmersa en el vaivén primitivo de su amante.

 

2/07/2014

CREPÚSCULO


Perezoso, se descuelga el sol detrás de las montañas. El cielo es un incendio apasionado que no quema, parece de cobre, de un metal líquido derramándose entre nubes, hasta fundirse en el horizonte. Arden los pliegues del aire entre la arboleda, las viejas columnas vegetales se elevan y tejen telarañas que filtran la luz. Bajo el magma del crepúsculo, paseo por el jardín. Pronto, empezarán a perfilarse límites de sombra y ceniza y la piel de la noche nos mostrará de nuevo la belleza oculta de los astros y su danza ancestral.

El mundo va aquietando su latido para que no entorpezca la llegada de los sueños. En un rincón se perfila una rosa, el frágil e imperceptible movimiento de sus pétalos me colma de fragancias. Sigue despeinándose la luz, dejando en mi piel sombras como desnudeces. En cada hoja tiembla un resto de claridad cansada como la huella de un beso que despacio se desvanece. Puedo escuchar el silencio que llena mi espacio de voces remotas, de ecos perdidos entre susurros de olas y choque de guijarros que se elevan desde la cercana playa. Es la hora del retorno y la tierra, como una fruta madura, se abre a la herida del ocaso. Apaga despacio las pinceladas de sus colores como si fuera soplando las velas de un candelabro y se viste de formas confusas, desdibujadas, liberadas de su aspecto cotidiano. El día se deshoja como una flor marchita. Con cada pétalo se desprende una brizna de luz y una quietud de cristal inunda el aire, llenándome de una paz inusual. Me siento parte del paisaje, una minúscula partícula de vida que palpita con cada sensación que la abraza. La esencia de la tierra se mueve despacio hacia el corazón de las tinieblas, casi parece flotar ingrávida bajo esa quietud de espera envuelta  en una silenciosa melodia, trenzada por el ritmo de un verso inacabado, flotando entre las sombras.

 

2/03/2014

¡SOS! TOCADO, HERIDO, HUNDIDO


A veces pienso que estamos inmersos en un mundo que nos empuja a la individualidad. Cada uno va a su bola y aquella cualidad denominada empatía parece estar en peligro de extinción. Nadie tiene tiempo para escuchar  y apoyar a un amigo y lo peor es que a veces ni para escuchar a los que se tienen más próximos. ¿Cuantas señales de SOS se pierden en el vacio del silencio?
Cuando, desde alguna parte, nos lanzan un torpedo nos quedamos tocados, en mayor o menor medida. Si el boquete es grande, el efecto secundario puede ser el hundimiento. Esa falta de empatía que flota en el ambiente nos lleva a padecer  en solitario esa herida, pero es un gran error pues, suponiendo que cicatrice, queda allí como una tara, un punto débil por donde es fácil derrumbarse con cualquier pequeño embate de la vida.
 
En esos momentos la experiencia me ha enseñado que no hay que guardarse nada dentro, pues termina pudriéndose y afectando el entorno y nuestro propio yo. El dilema es: ¿Quién me escucha? ¿Quién me puede dar un abrazo que le salga del alma? La verdad es que resulta complicado y ahí es donde te das verdadera cuenta de los que están y de los que se desentienden. De hecho es una buena manera de medir los grados de amistad. Si algo he descubierto es que te puedes llevar muchas sorpresas y un gran número de desengaños. Quien menos te lo esperas te alarga una mano, te da un abrazo y simplemente te hace saber que le importas y está a tu lado. Otros, en quienes confiabas y por los que habrías dado cualquier cosa, se dan un rodeo para no coincidir y esperar que el temporal pase.
 
Conocidos puede haber muchos, pero amigos de verdad hay muy pocos y cuando se encuentra uno, que merece la pena, hay que cuidarlo como un tesoro.  No somos islas, aunque a veces la estresante locura del día a día nos lleve al aislamiento. No hay nada peor que la soledad anímica en medio de la multitud. Así que, merece la pena guardarse un tiempo para uno mismo y sobre todo, para sacar nuestro lado más humano, cuidando y ofreciendo un gesto de calidez y apoyo a aquellos que nos importan. Si empezamos por ahí ser solidarios con el resto nos será mucho más fácil.

2/02/2014

SOBRE UN AMANECER DE ASFALTO




Me he despertado casi al alba

abrazada a tu recuerdo,

pero enseguida huyes

como brisa desbocada

por las calles aún desiertas.

Vago por el limbo de lo incierto

mientras cae la última estrella

sobre un somnoliento asfalto,

donde tú palideces sin luna, ni sol,

entre telarañas de sombras

y bostezos de cemento.

Se abre una estría de luz,

 sobre mi corazón de arena.

Una ventana donde deleitarme

con la sensual visión de tu mirada,

la pulsación de tus caricias,

y la evocación de pasiones

conjugadas entre sábanas.

Avanza sutilmente el día

con su pincel de realidades

para borrarme los sueños

y todo aquello irrealizable.

La sombra de una gaviota,

fugaz, atraviesa la calle.

Vuela ligera una pluma

en la pulsación del aire

y yo camino a ciegas

tras el rastro de tus huellas.

Insomne peregrina de utopías

 escalando la cúspide de la nada

para rozar el inseguro espacio  

de la posibilidad.