6/29/2015

FLUIR EN EL RITMO



Me despierto con las primeras luces. Es verano, uno de esos días de sol infinito y noches para compartir entre noctámbulos. Algo despunta en el ambiente y de repente todo es música, es ritmo en mi cuerpo. Por fin puedo desprenderme de las pieles del invierno y ponerme los siete velos para irlos desnudando. Salgo a bailar al alba, justo cuando la luz es de miel y canela y un sol de jengibre y ámbar se despereza en el horizonte. Me pongo a bailar sobre la piel del asfalto, aún dormido. Mis pies son rojas zapatillas perfilando pentagramas por las esquinas. Suena música urbana en mi alma, todavía aletargada. Bailo, en ruta hacia la playa, ansiosa de azul, enredada a las farolas y los gatos callejeros, a los que madrugan y a los barrenderos.

Compongo coreografías urbanas en mi éxodo matutino, hasta llegar a la pista marina de dunas y palmeras donde se difuminan los sonidos de la ciudad. Justo allí, al filo del mundo acuático, abandono mis zapatillas rojas para calzarme de arena. Bailo, con la libertad, tatuando efímeras huellas, que luego borra la pulsación del mar. Bailo con la brisa, las gaviotas y el trazo de unas nubes volanderas que van de camino a otros cielos. Me abraza el sol y nos marcamos un tórrido tango. Me enlaza una ola y ejecutamos un lento vals entre vaivenes de espuma y caricias de madréporas. Bailo descalza, desnuda y sedienta de ritmo de vida. Liberada de corsés y tabúes, de normas e hipocresías. Con los sentidos en plena fiesta, me uno al mar y sus mareas para seguir bailando bajo la luna de Junio. En la pista azabache del firmamento planetas y estrellas se montan un sarao. Vibran las constelaciones unidas en una danza noctambula, misteriosa y secreta. Todo el universo es una rítmica orgía de cuerpos celestes, de dioses, faunos y sirenas, vistiendo la noche de luz.

Pienso bailar, desde el alba hasta el crepúsculo de la vida y también seguir bailando las noches, calzada o descalza, vestida o desnuda. Mi cuerpo se expresa resuelto en música, en los sonidos urbanos y en la melodía de la naturaleza que respiro. Soy parte del cosmos y bailaré en sus lunas y soles hasta llegar al ocaso de mi destino.

Y si tras ese ocaso hay otra vida, espero que sea una gran pista de baile, llena de luz y colores, donde bailar eternamente enlazada a una sombra azul.

6/22/2015

DE EXISTIR A VIVIR







Un día llegó a aquella estación perdida en el confín de quien sabe dónde y se quedó allí, sentada en un banco.  Era un lugar agradable, discreto, desde donde podía ejercer su rol de espectadora y soñar.

No le gustaba arriesgar, así que decidió afincarse en el lugar y observar. El banco era cómodo y desde su posición estratégica veía desfilar pasajeros de todo tipo que iban y venían en incesante éxodo. Los trenes también se sucedían en un ciclo y horario rutinario, ya establecido. Uno tras otro llegaban traqueteando a la estación, susurrándole historias de lugares lejanos. Esos mensajes, breves y fugaces, transmitidos en el lapso de cada parada, dejaban tras de sí un vuelo de ilusiones y expectativas, que nunca se llegaban a concretar, por su falta de decisión. Era como leer pequeños párrafos de un libro de viajes, lleno de sugerencias, curiosidades y exploradoras tentaciones. Apuntes en tercera persona, que no lograban implicarla en los cambios.

Cada nuevo tren le mostraba que había otros horizontes, más allá del reducido espacio de su cómodo banco. Desde la vía le lanzaban, sin éxito, mudas invitaciones a dejar atrás aquel espacio y salir a vivir, en el más amplio sentido de la palabra.

Los años pasaban y nunca se decidía a dar aquel paso. ¿Comodidad, temor a lo desconocido, rutina? Quien sabe lo que la retenía pegada a aquel banco, existiendo y soñando, pero sin vivir, ni se realmente feliz. Las estaciones climáticas se sucedían, cambiando los perfiles del paisaje y el tiempo avanzaba inexorable, acercándola al implacable ciclo en que empieza la caducidad humana.

Todo indicaba que esa caducidad la pillaría sentada en su viejo banco y allí seguiría hasta extinguirse... Sí, eso parecía, sin embargo un día todo cambió.

Lo oyó llegar con el traqueteo cansino que precedía a la obligatoria parada y que acompañaba a tantos y tantos trenes. Su llegada vino acompañada de una sensación de brisa cálida. Una brisa que parecía emanar de aquel tren azul, detenido ahora frente a ella.

Por primera vez la tentación la cosquilleó con una fuerza inusitada. El susurro de aquel tren era como un mantra de seducción agitando todos sus sentidos. Ante aquel desafío, por primera vez en su vida los miedos la abandonaron y supo lo que realmente quería. Sin meditarlo dos veces se levantó del viejo banco y corrió hacia el tren. Subió a él sin equipaje, libre de lastres y, con total confianza se dejó llevar.

Ese fue el día en que pasó de existir a vivir plenamente, el día en que tuvo el valor de poner en practica su voluntad de cambio. Dejó de ser invisible, asumió su rol en la vida y se impuso nuevos retos. Viajó, por el cosmos humano, explorando cada rincón, cada emoción, cada impulso, cada deseo, cada incógnita. Aprendió que no se debe ser prisionera del pasado y que una incierta expectativa de futuro no debe coaccionar el presente y por primera vez se sintió plenamente realizada y feliz.

Ahora es pasajera del mundo y disfruta del placer de las pequeñas cosas, del instante y de los encuentros. Viaja en su tren azul, donde él la lleve, cómplices y unidos en un deambular por nuevas experiencias.

6/15/2015

LA MUJER DE LA COPA




Esta noche ha soñado nuevamente con ella. Es ya un sueño recurrente que le transporta a lunas de verano y playas paradisiacas de cimbreantes palmeras. No siempre el escenario es el mismo, pero si la protagonista.

La absoluta protagonista de aquel sueño es ella, la mujer de largos cabellos y pícara mirada que lo observa desde el fondo de su copa. Allí se le muestra, libre de tabúes, bañándose desnuda en el dorado fluido o vistiéndose de burbujas de cava rosado. 

Nunca habla, sólo esboza aquella sonrisa que es como un huracán agitando sus sentidos, hasta sumergirlo en una vorágine de dispares emociones. Cada encuentro, es un instante muy especial en que él se recrea en su contemplación, oníricamente enamorado de la misteriosa aparición que lo hace fluctuar entre el ser y el no ser con sus evanescentes estímulos.

Recuerda perfectamente cuando fue la primera vez que la vio. Fue en aquella vinoteca, una noche de Abril, íntima y lluviosa. En principio fue sólo una imagen sin vida, parte de un original logo que lucía en diferentes espacios del local. Le gustó el lugar y el diseño de aquel logo y regresó tres noches más tarde. Fue entonces cuando ella, más allá de toda lógica, tomó vida. Podía parecer una locura o una fantasía producto de un cierto estado etílico, pero no, estaba completamente sobrio y ella se mecía en el fondo de su copa de muscat con una voluptuosidad que rozaba el erotismo, mientras los reflejos dorados del vino perfilaban su cuerpo desnudo de curvas perfectas. Parecía una diosa marina retozando en el reino de Baco, dispuesta a seducir a los mortales.

Se quedó con la copa a medio camino de los labios, perplejo por lo que creyó una alucinación. Pero no, ella seguía allí y le miraba, con aquel destello seductor que parecía reclamar un roce de sus labios. Al principio, lo insólito de la situación lo descolocó. Prisionero de aquel espejismo, se quedó paralizado, sin atreverse a beber, por temor a que desapareciese al primer sorbo. Luego, la tentación de sentir en su boca el suave roce de aquella piel desnuda junto con los sabores del vino se intensifico hasta el delirio y sólo anhelaba aspirar su aroma de viñedo y frutas exóticas antes de saborearla y verla oscilar sinuosa al compás del vaivén de la copa.

Despacio, muy despacio, ella ha ido apoderándose de cada uno de sus sentidos, es pura magia, intuida amante, deseo, placer y vida. Cada noche regresa a la vinoteca, pues sólo allí la imagen que le atormentaba de día tomaba forma, pasando a ser cuerpo y esencia. Su presencia le destierra las rutinas inundándolo de irreverentes desasosiegos.

Para él es la diosa que reina entre aquellas paredes. Una diosa que fluctúa entre las botellas, susurrándole al vino secretos de bacantes y faunos, retozando bajo claros de luna.

Desde su primer encuentro han pasado dos meses y él sigue siendo esclavo de ese hechizo de deseos imposibles enlazados al deleite de los vinos. Platónicamente enamorado de la mujer de la copa y esperando que, tal vez un día, venga a él para conjugar un universo de placeres intuidos.

Mientras espera, acude cada noche a la vinoteca, esperando vivir su sueño. Si os acercáis por el lugar podéis verle sentado en un rincón apartado, a solas con su copa, que nunca apura. Desde la cima de su fantasía ella le sonríe y en la noche vibra una eclosión de volcanes de estrellas.


6/08/2015

LUNA DESNUDA




Hoy, una luna desnuda, inmensa e imposible de ignorar, navega por el océano de la noche desplegando todas sus velas. Es diversa y puede ser una diosa bajo cuyo halo se refugian las caricias de los amantes o una luz que ilumina el techo de los sin techo que duermen en cualquier rincón de una ciudad civilizada. Esta noche de precoz verano, la luna es una ninfa que roza sensualmente la piel de mares y océanos y se pasea por los bosques desvelando leyendas y misterios.

Es un faro estelar que nos envuelve en tentaciones e invita a enamorarse. Un nostálgico refugio para sufrir el desamor, para gozar su reflejo en el fondo de una mirada, o desvelar una lágrima de soledad. Azul en mis pensamientos, como el recuerdo de las noches en tus brazos. Lluvia nocturna de liquida plata que fluye por el asfalto adormeciéndose en la penumbra de los jardines. Mágica aura que besa los tejados, para luego deslizarse en translúcida marea por la piel de las fachadas. Luna, realidad o sueño de los sentidos, fascinación cósmica. Reina absoluta de la noche, nómada del universo, eternamente rodeada de una corte de estrellas y errantes planetas. 

Hoy te he visto desde mi terraza. Estaba sumida en un caos personal y me he quedado mirándote con una mochila de preguntas a mi espalda. Más allá del silencio, he sentido tu latido en mi alma, me has pintado de azul la melancolía y he deseado una mano -la suya- en la mía. Tactos enlazados paseando bajo tu cielo y trazando al unísono un arco iris de colores. Hoy me libro a tu hechizo para no sentirme tan frágil y perdida. En esta hora bruja, sigues silenciándome todas las respuestas que me grita la cordura y, a pesar de todo,sigo aquí, sentada, viéndote bailar tras los cristales, con mi mochila de preguntas que no quieren respuestas, mientras todo se va durmiendo, se apagan las luces y, en el teatro de la existencia, el telón baja.

Nos vemos tras las bambalinas,noctámbulos y noctámbulas. Os espero en la zona Chill Out de Venus, para filosofar sobre la vida, saboreando una copa de cava, hasta que nos sorprenda la madrugada.

6/01/2015

LAS PRINCESAS QUE VOLARON DEL NIDO



Como tantos otros días acaba de leer el correo electrónico de una de sus hijas, cierra el móvil y se queda pensativa y rodeada de un nostálgico silencio. Observando el solitario jardín y la casa, siempre vacía siente aquel nudo en la garganta que precede a las lágrimas. Su mente retrocede muchos años atrás, a aquellos días en que las niñas eran pequeñas y lo alborotaban todo, llenando su mundo de imprevistos y sorpresas. Entonces miraba a "sus princesas" correr y jugar y se imaginaba cómo discurriría su futuro. Era hija de padres separados, de hecho su padre nunca estuvo presente en su vida y eso la había llevado a soñar con tener una familia unida, tal vez algo idílica. 

Una familia de esas que se reúnen los domingos para comer y compartir unas horas de cómplice compañía. Si, quizás un tópico, pero era algo que nunca había tenido y ya se sabe que las carencias de la infancia marcan mucho. Son un lastre que arrastramos y a menudo condiciona nuestras perspectivas.

Lo cierto es que el tiempo pasó muy rápido, las hijas crecieron y un día volaron. Un vuelo del todo natural y necesario en la vida del ser humano, para encontrarse a sí mismo y descubrir cual es el lugar donde se quiere estar. 

Sin embargo ese vuelo no fue una exploración por las cercanías del nido, ni tan siquiera en un radio próximo, sino que fue un vuelo a larga distancia.
Las chicas volaron a tierras lejanas, demasiado lejanas para hacer factible ese sueño de contacto periódico y comidas de domingo.

Desde ese vuelo el tú a tú se ha convertido en un intercambio de correos electrónicos. Un desfilar de palabras que definen sensaciones, vivencias y estados de ánimo. A veces un mensaje telefónico, una llamada... en fin, todo a larga distancia, con el corazón puesto en cada intercambio de noticias, pero sin la calidez del gesto y del abrazo.

Se visitan, pero no es lo mismo. Los encuentros se concentran en días puntuales, los cuales hay que apurar y aprovechar al máximo. Visitas exprés en las que siempre quedan cosas pendientes para una nueva visita, a unos meses vista, cuando las agendas cuadren. 
Si, los encuentros son puras visitas a ritmo acelerado que alteran el ritmo de unos y otros y dejan tras de sí un reguero de infinita nostalgia.

Ella ahora está inmersa en un proyecto que le ocupa mucho tiempo y le deja poco espacio para pensar. Su caos cotidiano es una buena anestesia para los sueños perdidos en la ausencia, pero sólo son una muleta para aligerar la melancolía del corazón.

Un estallido de risas y voces infantiles la lleva a regresar del pasado. En el jardín vecino abuelos, hijos y nietos celebran uno de esos encuentros de domingo.
Abre de nuevo el móvil y empieza a teclear un mail... "Hola princesa, acabo de leer tu correo y estoy feliz de ver que todo te va bien..."

Suspira resignada, esa comunicación virtual va a ser la constante de su futuro. No es lo que esperaba de la vida, pero a estas alturas ya ha descubierto que eso casi nunca se consigue y que una cosa son las espectativas de cada uno y otra la realidad.