8/25/2013

VOLUTAS DE TIGRE AZUL

En sus paseos cerca del mar es donde ella siempre ha desarrollado las capacidades de sus sentidos. La creatividad le baila en las ideas y se expande como una eclosión de amapolas en un trigal. Sin embargo, a veces se limita a dejar que la brisa marina avive la hoguera de la memoria, elevando a su paso volutas de recuerdos. Hoy ha sido un día de esos y un vuelo de volutas de tigre azul ha acompañado el trazo de sus huellas en la orilla Tigre azul… espontánea metáfora creada a través de un albornoz, pero a la que le ha otorgado una identidad propia, porque para ella aquel tigre azul representó encontrar un hombre que la completaba, que le permitía ser ella misma. Tal vez por eso le enamoró el alma y fue algo maravilloso. Ahora sabe que por el mundo debe de haber muchos tigres azules escondidos tras su caparazón y que sólo la aparición de un huracán en su vida los desnuda. Glorioso desnudo que los muestra tal y como son antes de que los efectos del huracán desaparezcan y el tigre azul se repliegue a su cueva de hibernación emocional, tal vez para no reaparecer jamás. Esta tarde de Agosto se siente afortunada, su memoria está llena de volutas de recuerdos que se desprenden lentos y acariciadores, como esa mirada que de vez en cuando le deja sentir su calidez. Tal vez sea una soñadora que colecciona instantes como tesoros. Instantes que para otros menos visionarios sólo sean eso: instantes de vida sin más Si, estar tarde, al filo del crepúsculo el aire se llena de divinas volutas dibujando momentos. Devolviéndole la imagen de un hombre especialmente cariñoso y vulnerable que disfrutaba de un paseo cogidos del brazo. De un ser sensual y tierno que hacía del juego sexual un vuelo por las nubes. De horas en la cama de su piso temporal, disfrutando sin prisas. De charlas compartiendo sueños, fascinada por aquella luz de su mirada. De noches de verano en la terraza de aquel mismo piso, cenando, hablando, abrazándose bajo las estrellas. De verle dormir sus siestas, grandote, pero frágil como un niño. De colaborar con gusto en su intendencia. De un día, al poco de conocerse, en que le soltó la frase “¿Sabes que te quiero? De una tarde en que al llegar a su casa la sorprendió con unos canapés y una botella de cava. En días locos de jacuzzi y juegos eróticos. En sus viajes, por siempre inolvidables. Y en aquellos instantes únicos y especiales de baile y sensualidad a flor de piel. De las noches a su lado, viéndole retozar con la almohada, gozando simplemente de saberle allí. De tantas botellas de vino compartidas (algunas de las cuales desataron en exceso su lengua) En resumen, de saber que había encontrado un tigre azul, aunque su paso fuese fugaz. Ahora, un año después, como es natural su caparazón lo ha vuelto a recubrir, él ya no es tan espontáneo y ha reestructurado sus cimientos moviéndose de nuevo por la lógica y el lastre de sus rutinas, el tigre azul se adormeció, aunque a veces todavía asoma sus bigotes y le gusta que le acaricien la barriguita. Ella sabe que, aunque invisible, está ahí. Lo supo el primer día en que se cruzo con su mirada y dejo que la envolviese la magia.