3/31/2014

LAS PEQUEÑAS COSAS

A veces, en mi deambular diurno, por los caminos de la vida, me apetece detenerme y dejar que mi mirada vaya más allá de lo aparentemente visible, de lo que me oculta la belleza que late en las pequeñas cosas. Dado que el mundo tiende a acelerarnos y a exigir cada vez más de nosotros, no siempre resulta fácil hacer ese paréntesis de detenida observación. Un paréntesis que, por otra parte, resulta sumamente beneficioso a la hora de decidir qué sendero tomar y donde realmente queremos ir. Una decisión que nunca se ha de regir por conveniencias, ni exigencias ajenas, sino por nuestra voz interior. Solo así ese “mirar más allá” se convertirá en un gratificante ejercicio que nos hará vibrar todos los sentidos.
Una vez, leí en alguna parte que, inmersos en las exigencias del trabajo, a menudo olvidamos de potenciar ese otro “trabajo” tan sumamente importante como es nuestra propia vida. Aparcamos infinidad de cosas para más adelante, para cuando haya tiempo y eso, aunque muy común, es un grave error. No somos conscientes de que nunca tenemos la certeza de que ese futuro exista o de que lleguemos a él en las mejores condiciones para realizar esa ilusión aparcada, por lo tanto lo mejor es poner manos a la obra, hoy mismo.
 
He aprendido a gozar cada minuto del tiempo presente y a dedicar un espacio cada día para el “trabajo” de mí vida. O sea, a hacer que esta me resulte más satisfactoria, a saber cómo aprovecharla al máximo y a no temer dejar aparcada la rutina, para sumergirme, de vez en cuando, en nuevas experiencias. Con todo ello he descubierto muchas capacidades mías que desconocía, hasta el punto de sorprenderme a mí misma, lo cual me reafirma en una continua evolución personal. Esa es la mejor recompensa, ya que lo peor es quedarse anclado en un puerto, que puede ser seguro, sin duda, pero que a la larga no aporta nada nuevo y nos priva del placer de enriquecernos.
 
Con toda esta filosofía de vida lo que pretendo es que, al final de la existencia, cuando la vida ya caduca la capacidad física y todo se ralentiza, pueda mirar hacia atrás con una sonrisa y la certeza de que: no me he limitado a existir sino que he vivido.

3/27/2014

PRIMAVERA EN TU PIEL


Siento tu primavera en mi piel, tan sugerente como el más preciado afrodisiaco. Me concentro y me disuelvo bajo el tacto de tus manos y fluctúo, en continua metamorfosis, por espacios de pasión y de ternura que dibuja tu presencia.
Hoy, de repente, me apetece pasear por tu viñedo para llenar de estímulos la copa de mis sentidos. Me apetece una cata sensual, donde se funda tu piel bajo mis labios y perfiles la mía entre besos. Deseo saborearte, gozar de tus notas afrutadas, de las cualidades de tu añada, de la magia visual de tus matices y de lo extraordinario de tu crianza.

Sí, me apeteces, necesito esa cata placentera que me ofreces en cada encuentro, necesito ese cálido abrazo, que a veces es preludio de un festín sensorial o levita en una callada intimidad de complicidades. Deja que me embriague con tus besos, que vibre bajo tus dedos, que te saboree, centímetro a centímetro, porque no hay placer más grande que recorrer tu piel desnuda.

Ven, te espero, sentada en la orilla de esta primavera que abraza la mar con destellos de mil soles y salpica los valles de amapolas. Ven, vamos a escribir juntos este poema sensual sobre el papiro de nuestras pieles, hasta que el tiempo se detenga en los relojes y los astros se duerman en la espera.

 

3/24/2014

EL FARO

El mar de la soledad agita sus aguas de silencios y entre el hueco de cada ola deja pasar esos murmullos que nos nacen en el alma. Ella está sentada en su orilla deshojando la sal de los recuerdos. Un ejercicio necesario para sobrevivir a ese mundo sin voces, sin complicidad, sin abrazos. Conjuga su vida entre dos mundos que discurren paralelos y a veces, por un capricho geométrico, se entrecruzan. No es parte de nada ni de nadie, sólo un instrumento en manos de un destino ya marcado por la soledad anímica.
Utópica navegante que siembra amapolas sobre el azul de un mar de sueños. Amapolas de deseos que se agitan entre corrientes marinas y tiñen de rojo la estela de su barca. Deseos que se llevan las mareas a morir en otras playas. Deseos que el viento arranca, pétalo a pétalo, hasta dejar un tronco desnudo de ilusiones. Triste y frágil huella de lo que nunca fue, ni será.
 
Sin embargo ella sigue navegando con una sonrisa. Aunque sea una sonrisa pintada para evitar el desencanto. Se la pone cada mañana y sale a surcar el asfalto como si nada pasara. La vida le ha enseñado a no mostrar debilidades, bajo riesgo a sufrir el doble, aunque así, poco a poco y sin darse cuenta, va muriendo cada día un poco por dentro.
 
Desde su orilla ve el destello de un faro azul. Tan distante, tan lejano que parece inaccesible, como pintado en la tela del aire. Son muchas las veces que intenta alcanzarlo, sin embargo muy pocas lo consigue. Sabe que el faro nunca le abrirá sus puertas, ni le mostrará su yo más íntimo pero siempre le queda el recuerdo de su latido azul en la distancia.

3/22/2014

ECLIPSE DE LUNA

La noche se desliza, abrazada al perfume de la mar que besa la orilla. La cala está iluminada por antorchas, como titilantes faros clavados en la arena y a su alrededor se mueven un grupo de figuras vestidas de azul, que parecen surgidas de un ensueño. La música se va sucediendo y compone una voluptuosa cadencia en la brisa nocturna.
Desde mi roca, donde me he refugiado para respirar la calma, soy espectadora de ritmos fluyendo entre cuerpos que conjugan un vocabulario de deseos. Hay un vuelo de espumas rozando los pies desnudos, risas y murmullos apagados. Es noche de fiesta, de placido insomnio, noche de luna llena y eclipse.
Vuelo lejos, sumida en mi propia quietud, casi mística, mientras veo ocultarse esa luna de canela, como una ninfa galáctica, tímida y pudorosa. Alguien, desde la playa, llama la atención de los demás sobre esa efímera evasión lunar. Los músicos se callan y un solo de violín rasga el inesperado silencio, creando un espacio de pura delicia para los sentidos. Es un instante mágico donde perdura el latido de un sueño. La oscuridad está hecha de huellas, de sentimientos pretéritos y el telón que va ocultando a la luna, despliega una cortina de sombras sobre el líquido paisaje.
Bajo de mi roca, convertida en temporal refugio, regreso a la arena, él me enlaza y bailamos atrapados por el misterio de esa noche de verano, de calidez mediterránea y amantes desbocados. Me desgrana unas palabras, susurradas al oído y vibra la sensualidad, como un sentimiento de metáfora marina envuelto en la euritmia de las olas. Un invisible reloj de arena marca, lentos, los minutos y la luna, abierto de nuevo el telón, se desnuda ahora sin tabúes, derramando su impúdica luz sobre la piel azabache de la mar. Sal en el rostro, en los labios, lluvia de estrellas y la arena rozando mi espalda. Todo el universo ante mí, ofreciéndome sus secretos y él, mi amante, moldeando mi cuerpo. No muy lejos, pieles que se funden y deseos que sobrevuelan como luciérnagas entre las antorchas que parecen amortiguar su luz para ocultar el color de las pasiones. Nosotros seguimos tumbados en el lecho de arena, componiendo un erótico juego, bajo los rutilantes astros que viven y palpitan en la celeste oscuridad.
Luego, un abrazo, la calidez de una caricia y el destello de una sonrisa, no hay palabras, sólo un cómplice silencio de amantes unidos en las últimas notas del placer.
Mucho más tarde, al son de una guitarra que me han dejado, desgranamos antiguas canciones. En cada una hay recuerdos, en cada recuerdo un sentimiento. La noche que va muriendo, agoniza en brazos de la luz del alba, todo es calma, algunos duermen sobre la arena. Se cruzan nuestras miradas y la aurora nace en sus ojos color de avellana. Se perfilan contornos, se diluyen las sombras y vuelan las tempranas gaviotas buscándose la vida. Alguna de más atrevida, se acerca, caminando por la arena, la guitarra aún suena, el corazón recuerda y sobre mi piel mariposean sus huellas azules, unidas al cómplice silencio que nos amarra el alma.
 
 

3/18/2014

PLACER


Perezosa, se descuelga la noche tras las ventanas, mientras el silencio se desliza por las arterias luminosas de una ciudad ya durmiente. Desnudos, abrazados, con los corazones desbocados yacen los amantes sobre las revueltas sábanas. Él está con ellos, a flor de piel, ronroneando aún en el ambiente como un gato satisfecho. Ha detenido el tiempo en los relojes para no estorbar la erótica magia del instante. Flota, arañando todavía los sentidos, es vibración, onda cósmica, torbellino, huracán, cielo.
Late bajo los dedos, es suspiro en los labios y ola rompiente en los sexos. Como un péndulo se balancea entre sus cuerpos, tan ancestral y primitivo como la vida. Es agua, es fuego. Agua azul agitándoles con sus mareas, fuego crepuscular ardiendo entre las sombras del deseo. En las horas distantes, tiene un latido azul de abrazo, beso y caricia en el recuerdo. En los encuentros tiene una pulsación roja, roja como la pasión que late en las venas de los amantes, en la culminación del orgasmo, en el éxtasis de la fusión.
Placer, ese es tu nombre y suena bien. Se desliza entre los labios como un sensual susurro, pecaminoso, lúbrico, tentador. Incitas, agitas la piel bajo la provocación del tacto, dibujas soles, eclipsas lunas, vuelas y te elevas, tocas las estrellas, detienes el ciclo de los astros. Llueves, llueves en la intimidad callada, en el vaivén erótico, en la escalada hacia la cúspide de los sentidos. Eres relámpago, arco Iris, volcán, temblor, gemido.
Placer, simplemente tú, rojo, azul también. Sublime, increíble, tú

3/16/2014

TIGRESA AZUL


Desde el día en que la envolvió aquel destello azul, vivía sumida en una especie de dulce amnesia. Ya no recordaba su vida anterior.  Sus trazos estaban encerrados, a cal y canto, dentro de la caja de seguridad del olvido. Eso la eximia de todo recuerdo, de toda mirada al pasado.
Se había comprado unas nuevas sandalias rojas y a menudo vestía de rojo, haciendo de ese color una celebración a la pasión. Nada esperaba, salvo la magia de los instantes que el destino le regalaba y poder gozar de ellos como si fuesen la concreción del más preciado sueño. Dejó de ser, para ser ella misma descubriendo, en ese ejercicio de libertad, el verdadero valor de la existencia.
 
Había roto con todo, hasta el punto de que la consideraban desaparecida de la faz de la tierra, pero ella vivía. Vivía en un lugar sin nombre, suspendida entre dos mundos. El destello azul era una constante en su espíritu y un sensual fluctuar en su vida. Cuando aparecía, ella se transformaba en una felina, como él. Una tigresa excitante y sinuosa paseándose por el filo del erotismo, escalando sus cimas. Era una licenciosa y complaciente amante, en íntima fusión azul, deleitándose con el festín de los cuerpos. Convertida su piel en el alambique donde se gestaba el deseo, dejando que el látigo del placer azotase sus sentidos.
 
Luego, tras el paso del destello, volvía a ese lugar sin nombre donde se había refugiado a vivir la espera. Sumida en una vorágine creativa, modelaba vivencias con las palabras, haciendo de cada sensación una huella perdurable. Hilos azules tejían versos y relatos que luego colgaba en el cielo nocturno, como una insomne poetisa, vestida de rojo, esperando un plenilunio de canela que le devolviese su esencia felina.

3/14/2014

UN PAR DE SANDALIAS ROJAS


Todo sucedió en un plenilunio de canela. Ella andaba por un bosque de asfalto y hormigón, siguiendo la ruta prevista. Ajena al entorno, tal vez cansada de la partitura que componía la monotonía de sus días. Aquella mañana se había levantado con una especie de pálpito de qué algo sucedería, pero las horas fluían en descenso sin que nada, ni nadie, agitara su universo.
La noche de mediados de Julio se demoraba en las terrazas y los transeúntes caminaban despacio, aletargados en la modorra veraniega. La mujer de las sandalias rojas, cruzaba las sombras entre destellos de neón, como una sombra más bailando en el perfil de la nada.
Se adentró por una calle secundaria, oscura y solitaria, ajena al estremecimiento que le recorrió la espalda. De repente, frente a ella, se deslizó un destello azul, apenas un flash rasgando la oscuridad. Su paso dejó una estela que se desplazó, calle abajo. La siguió fascinada, observando que se movía de manera sinuosa, dejando tras de sí el eco de un ronroneo.
 
El silencio era denso, no parecía haber vida tras las fachadas y la calle se estrechaba cada vez más, hasta parecer que quería aprisionarla entre sus muros. El azul destello se detuvo y se concentró, formando una felina silueta y así se quedó quieto, esperándola. La mujer de las sandalias rojas pareció dudar, pero fue apenas un instante. Una voz surgida de lo más profundo la incitaba a seguir. Se acercó a la luz, con el deseo percutiendo en su piel, escuchó más nítidamente aquella especie de sensual ronroneo y sintió un frio en la nuca, como si alguien la acechara. Cruzó el dintel del aura luminosa y en un instante la rodeó su halo azul. Fue una fusión pasional, primitiva, intensa, que la agito hasta lo más hondo. Un estallido de temor y placeres la hizo levitar en una onda erótica, desafiando las leyes gravitatorias del universo.
Todo pasó en un tiempo sin medida, más allá de lo establecido por la lógica humana. La luz azul volvió a dispersarse, en un vuelo de luminosas partículas, que se delizarón por un callejón adyacente. Tras su paso, pareció no quedar nada, excepto un par de sandalias rojas, brillando sobre la quietud del asfalto.
Aquella noche de plenilunio de canela, un par de transeúntes rezagados aseguraron haber visto dos tigres azules recorriendo los callejones de la ciudad. Nadie les creyó, por supuesto y el rumor se acalló rápidamente ante el peligro de pasar por locos, pero la mujer de las sandalias rojas nunca más volvió a pasear por aquel bosque de asfalto y hormigón, fue como si se la hubiese tragado la tierra. De ella sólo quedaron sus sandalias, que encontró una mujer a la mañana siguiente de los hechos, tiradas en una calle del extrarradio.

3/11/2014

PEDIR UN DESEO


Se pide un deseo a la estrella fugaz, al tirar la moneda al pozo, al soplar una pestaña caída en otra mejilla, a la puesta de sol, al apagar las velas de la tarta, al inicio del nuevo año... En fin, la lista podría ser larga y la de deseos no veas. Sin embargo ninguno, que recuerde -y eso no se olvida- se me ha cumplido. A pesar de que una no pide la luna sino cosas normalitas como por ejemplo: amor en MAYÚSCULAS, ser parte de algo bonito, de alguien especial, compartir, dar, recibir, amistad desinteresada... Bueno sí, ya sé que eso esta chungo. Pero a ver, vamos por algo más sencillito, algo así como que alguien me sorprenda con una velada con velas y música de esa que te altera los sentidos, una flor, un: “oye estoy aquí cuando me necesites” o un abrazo, un conjunto sexy o...
¡Alto, stop! ¿No habíamos quedado en no pedir la luna?
Ok, bajaré el listón, al mal tiempo buena cara, hoy me han regalado unas alcachofas y un par de bandejas de aperitivo del todo horteras, el panadero me ha sonreído, el tendero me ha dicho que me vio en la tele presentado mi libro -eso mola que no veas- me han llamado ofreciéndome un robot casero que me mantendría sin dar golpe todo el día y el jardinero ha plantado unos geranios rojos en el jardín. Tengo un gallo en la escalera y me he torcido un pie sin consecuencias. He comprado un décimo de lotería y calcetines de deporte en el mercadillo. He comido lentejas y con tanto hierro estaré tan fuerte como Popeye. He descubierto que he adelgazado -ventajas de una buena genética- y tengo un espectacular conjunto de lencería esperándome -por supuesto autorregalado- para ves a saber qué ocasión.
Se me acaba de dormir la mano que sostiene la tablet. Pongo punto final y voy a sacudirme el hormigueo.
Rápido, antes de despedirme ¡Toca pedir un deseo! humm… ¡ya!
¿Y vosotros, qué pediríais ahora mismo? Por probar nada se pierde y a veces suena la flauta.

3/07/2014

EL DESEO PERCUTIENDO EN LA MAÑANA


Pintada de vida he amanecido esta mañana azul, de lunas en el recuerdo. El sol sonríe y al sumergirme en tus ojos, me doy cuenta de que anoche cayó una estrella en tu mirada y sigue ahí, para robarme el alma. De repente, me apetece zambullirme en el agua de las locuras paganas y me enredo entre tus piernas. Así, cosida a tu cuerpo como una hiedra impúdica, alargo mis ramas para anudar tu piel a la mía. Ensayo nuevas caligrafías de caricias, conjugando la sensualidad de los versos que luego escribiré para ti. Me declaro adicta a ti mientras mis dedos esbozan trazos de deseo que penetran, resbalando por el torrente sanguíneo Siento la fuerza de esas olas desatando una salada marea en el ecuador de mi cuerpo y la pasión va percutiendo en tórrida cadencia, hasta hacerme sentir casi eterna. Entre partituras de luz baila una atmosfera urgente y cárdena, unida a un galope interminable. Arde el aire y se deshoja sobre la desnudez que nos viste al igual que una cascada. Hemos amanecido hambrientos y nos vamos devorando entre el fluir de un reloj de arena que hemos vaciado para que detenga el tiempo.
En el jardín se agitan las hojas esparciendo su música de clorofila y el sol, posesivo, lame con su lengua de fuego el filo del aguacate.
 
Ardemos como dos teas sobre sabanas de raso. Ámbar o pecado ondulándose en intimo abrazo sazonado de besos y tacto. El eco es un mantra de gemidos, un ronroneo místico que pne su acento a esta mañana de los placeres infinitos.
 
Mientras se agita la mañana, no quiero pensar en nada, sólo sentirte dentro de mi y guardar mi cerebro en el cajón de la cordura.

3/04/2014

LATIDO DE VINO AÑEJO


Esta noche he levantado mi campamento en medio de las estrellas, escuchando la música que un día escogiste para mí.
En este instante de mística lujuria te saboreo mentalmente, con la reverencia que se merece un vino añejo.  Tus ojos de silencio, tras los cuales despunta un cielo, me encienden un fuego que me nace de dentro. Esa corriente de lava desnuda, fluye hacia ti y en ti se funde en una eclosión de apocalípticos amaneceres.
Mientras percute el latido de los astros, dejo que tu recuerdo me dibuje un tiempo azul en la acuarela de los sueños. Tu canto me ha robado las sirenas, desplegando nuevas velas al viento y me recreo en este gozoso insomnio perfilando tu perfecta geometría con el cincel del deseo.
Estar contigo me traslada a la plenitud que el mar exhala entre besos de luna y noche. Aunque sólo nos une un nexo, en forma de hilo, el mañana es incierta promesa y me permito saborear cada minuto a tu lado. Mientras tu susurro me siga acariciando, como un vals de pájaros en el aire, continuaré inmersa en esta cata de sensaciones que tu cuerpo y mente me regalan.

3/03/2014

LA NOCHE EN EL POEMA

Se aquieta la tarde y con ella retorna el tumulto de los pensamientos que se abren paso al recuerdo. Quisiera poder guardar toda la luz de este maravilloso crepúsculo en la mirada para regalártela en una noche especial. Una de esas noches en que se adormecen las horas mientras agotamos sus límites en el retozar del juego erótico. Pensando en ti construyo poemas bajo la sombra de un sueño y la tarde declina, trazando a poniente un sendero de sensualidad felina, por donde se pasean los deseos. Me recreo en la lluvia de ámbar que cae sobre el mar como partículas de fuego.
Ya antes, desde la niebla que rodea lo desconocido, te había presentido cada día, cada noche. Una presencia sin rostro señalando mis puntos cardinales. Danzan las silabas en el viento y me sonríen. Su irisación desvela las imágenes de mis sueños y les conceden el perfume de los versos. Se estremecen sobre el papel, son como las aguas de un río donde fluyen mil voces cristalinas, cada una es un sentimiento que corre por mi cuerpo y me estalla a flor de piel derramando sensaciones.
La noche se pasea desnuda y oscurece mi cuaderno, mientras las palabras se adormecen entre el silencio y la nostalgia de este embarcadero urbano, donde guardo las soledades del alma. Traspaso la línea de un nuevo ecuador y me refugio en el inconsciente del sueño. Allí somos gotas de un imaginario océano unidos en una mágica simbiosis de pasiones. Un océano donde se nutren las palabras que modelan el poema.
Un cosquilleo lunar me hace vibrar rodeandome de cálidas auroras. Cada vez es más intensa la oscuridad, la noche se hace densa  al compás de los planetas y yo voy tañendo la cuerda de los versos, inmersa en la fiebre de andar por las palabras que sin ti no existirían. Los dejo fluir en oleajes sobre la azul metáfora que alumbra mis sentidos. Sólo deseo hacer de ellos una canción eterna que me pueble este insomnio de estrellas.

3/01/2014

CARTA DE UN DESCONOCIDO


Buenas noches, hermosa dama de Irlanda
 
Desde mi orilla norteña, me enamoro de tus palabras y las hago mías, porque mío es también tu sentir certero y difuso de las noches estrelladas que habitamos en confines sin nombre. Confines donde caminos ilimitados dejan fluir, de ti a mi, de mi a ti, todo ese caudal de dulzura desbordada tan reconfortante, tan necesaria para nuestras almas. Tan real que, su hipnótico aroma, me acompaña hasta el sueño y la vibrante plenitud que enardece mi ser no se apaga ni con la invasión desbordante del amanecer, con su latido de luz.

Hago mío lo tuyo para saborear tu esencia. Tu ingenuidad irradiada en cada poro de tu ser, la belleza de tu sonrisa profunda y franca, tus ilusiones, tus sinsabores, tus frustraciones matizadas, tus melancolías y tu cálida sensualidad de hembra mediterránea. Todo lo usurpo con tu permiso, porque necesito entrar en ti y gozar de tu ternura para crecer, expandirme, llenarme y sobrellevarme. Eres hermosa, estrella iridiscente seduciendo al universo en la noche de lascivos planetas. Eres la musa que, en mis solitarias horas me acompaña, narrandome historias de una niña que jugaba con peces de colores en calas escondidas y vivía aventuras en faros misteriosos. Te necesito como al aire, porque con tu ser pleno de amor maduro curas mi melancolía, por no haber sido niño a tu lado.