3/03/2014

LA NOCHE EN EL POEMA

Se aquieta la tarde y con ella retorna el tumulto de los pensamientos que se abren paso al recuerdo. Quisiera poder guardar toda la luz de este maravilloso crepúsculo en la mirada para regalártela en una noche especial. Una de esas noches en que se adormecen las horas mientras agotamos sus límites en el retozar del juego erótico. Pensando en ti construyo poemas bajo la sombra de un sueño y la tarde declina, trazando a poniente un sendero de sensualidad felina, por donde se pasean los deseos. Me recreo en la lluvia de ámbar que cae sobre el mar como partículas de fuego.
Ya antes, desde la niebla que rodea lo desconocido, te había presentido cada día, cada noche. Una presencia sin rostro señalando mis puntos cardinales. Danzan las silabas en el viento y me sonríen. Su irisación desvela las imágenes de mis sueños y les conceden el perfume de los versos. Se estremecen sobre el papel, son como las aguas de un río donde fluyen mil voces cristalinas, cada una es un sentimiento que corre por mi cuerpo y me estalla a flor de piel derramando sensaciones.
La noche se pasea desnuda y oscurece mi cuaderno, mientras las palabras se adormecen entre el silencio y la nostalgia de este embarcadero urbano, donde guardo las soledades del alma. Traspaso la línea de un nuevo ecuador y me refugio en el inconsciente del sueño. Allí somos gotas de un imaginario océano unidos en una mágica simbiosis de pasiones. Un océano donde se nutren las palabras que modelan el poema.
Un cosquilleo lunar me hace vibrar rodeandome de cálidas auroras. Cada vez es más intensa la oscuridad, la noche se hace densa  al compás de los planetas y yo voy tañendo la cuerda de los versos, inmersa en la fiebre de andar por las palabras que sin ti no existirían. Los dejo fluir en oleajes sobre la azul metáfora que alumbra mis sentidos. Sólo deseo hacer de ellos una canción eterna que me pueble este insomnio de estrellas.

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