Descalza, camino por rutas marinas
entre los besos de este mar de Otoño
que ciñen de sal mis tobillos.
Observo las desnudas olas
y la perfección del espacio
perfilada por hilos de nubes.
Sedienta de horizontes,
escucho la orquesta del viento
percutiendo entre los mástiles
y la romanza de las aguas
latiendo en el liquido paisaje.
Arendí que nunca hay un retorno
ni ningún hecho es definitivo.
Sé que soy pasajera de mis días,
frágil partícula rodando por el mundo
habitante de albas y crepúsculos.
Por esa razón aprovecho el gesto fugaz
que me regala esta mañana de Noviembre
y lo atrapo, en un rincón del alma
para mantener viva la cúpula de mis sueños.