4/25/2014

LA TIERRA DE LOS NÓMADAS


Hombre de brisa y largos silencios, de ti escribo en el folio de mis sentidos, hasta agotar el lápiz de mis dedos y secar todos los tinteros. A ti te dibujo con el pincel del deseo, en aviones de papel, que luego lanzo al viento, esperando su regreso. En la historia de mi vida eres sonrisa, nostalgia, ternura, lujuria, pasión, caricia, refugio, fuego, cielo... Una amalgama de sentires que me abrigan y desnudan en azul o cárdena sucesión, hasta quitarme el aliento.

Estás sin estar, presente en mis circuitos urbanos, en mis soles y lunas, en las arterias luminosas que perfilan el asfalto de mi ruta. Tengo el grafiti de tus huellas gravado en el muro del corazón. Una cadencia de huellas azules que sacude mi eje de simetría, dejando paso a la más afrodisíaca locura.
Sin tú volar me elevas en un cósmico vuelo y ya no sé si soy parte del aire o la cola de tu cometa, ondeando a ras de estrellas... hasta que sueltes la cuerda.

Me duermo, sin dormir, en el anillo de tus brazos y me deleito en un voluntario insomnio, por no perderme ni una gota de tu añada, ni tu respirar nocturno, ni el durmiente perfil de tu piel en mi piel borrándome el paso de las horas.

Bailo, en tierra de nadie, sola o con tu recuerdo, hasta que tu esencia se hace mirada y tacto, latido real enlazado a mí latido. Entonces, aterrizo en la tierra de los nómadas, planto mi pequeña jaima y me sumerjo en tu oasis para saciar mi sed de vida y sueños en el sensual manantial de tu cuerpo.

4/21/2014

TU HUELLA

Abrí los ojos a la luz del alba
después de una noche plagada de sueños
y te sonreí mientras te alejabas,
entre la penumbra de las sombras,
que, en su huida, te borraban.

Fue una noche llena de músicas
y mi cuerpo un instrumento,
donde desgranaste caricias
haciendo de lo onírico, puro tacto.
Te amé a cada instante
entre mis sábanas de raso,
cuando el silencio de la luna
vestía de pasiones y deseo
mi piel perfumada de estrellas.
Fui sirena de horas locas
seduciendo a un soñador Ulises.
Desnudo te tuve en mis brazos,
y gocé de la avaricia de tus labios
perdida en un intangible espacio
vacío de horas, lleno de imágenes.
Así, devorándonos, en plena vorágine,
aquel tango horizontal que bailamos
con cárdena cadencia, surcó el aire,
como un gran pájaro de fuego.
Seducida por su ígneo destello,
la noche se rompió en mil lunas llenas
y el grito acompasado de una ola
rasgó la intimidad del universo.
****
 Cuando más allá del inconsciente,
el ámbar desgarró la piel del cielo,
tuve la certeza de que ningún viento
arrastrado por la inercia del tiempo
podrá arrebatarme tu huella,
ni la magia de tu beso.

  


4/20/2014

PEGADA AL ASFALTO DEL SILENCIO


Hoy tengo los bolsillos vacíos.
Vacíos de brisa azul y sueños.
Estoy pegada al asfalto del silencio,
sin aire para alzar el vuelo.
Me arrastro, con pies de cemento,
por las arterias urbanas
que no llevan a ninguna parte.
Entre fantasmas de ladrillo y hormigón
me asalta el insomnio de la luna
que se burla de mi, tras la ventana.
Me falta el mar abriendo brechas
entre la soledad de las piedras.
Nada tengo ni retengo, sólo espero.
Espero que sople esa brisa azul
que me llene los bolsillos de sueños,
trazando en mi solitario universo
la utópica posibilidad de un beso.
Espero un príncipe azul
-Metáfora del amante perfecto-
que dinamite ese cemento que me ahoga
derruyendo fantasmas, abriendo brechas,
para que entre la mar a borbotones
liberando mi cuerpo, prisionero y cansado,
de vivir inmerso en la realidad urbana
y de sentir que tras la espera, no hay nada.
Certezas cotidianas de olvido y desamor
que, poco a poco, me están borrando.
****
Ya no veo mis perfiles, dejo de ser, me extingo,
vivo sin seguir viviendo.



4/19/2014

HOY TE DESEO


Hoy te deseo. Deseo ese beso azul que me sazona la piel y me vuelve tan sabrosa. Deseo sobrevolarte convertida en brisa y retozar contigo, sobre tus crestas más locas. Me muero por bailar de nuevo al vaivén de esa euritmia que me quita el aliento, disparando el desenfreno. Hoy te deseo vestido o desnudo, calmado o apasionado, deshojando pétalos en mi cuerpo, para anudarlo al tuyo.

Me apetece tu música de agua y fuego y ese sol que brilla sobre tus islas calladas y me ruboriza, cuando me abraza. Si me dejas, seré gaviota volando libre sobre tu paisaje y por las noches nadaré a tientas por tus recónditas calas, como una sirena atrapada en tus misterios. Revuelta en primavera, seré la espuma de tu rompiente, esa blanca lencería de encaje que corona tus olas y lame la arena con sensual lascivia hasta fundirse en tus medios líquidos, con gemido de amante.


Hoy te deseo, azul y vibrante, con tus perfumes marinos seduciendo mis sentidos, con tu voz, que se hace susurro al rozar mi cuerpo desnudo. Me apeteces, mar que roza mis pies descalzos… tanto, que ya no sé si es tu piel de escamas lo que deseo o sentir una vez más un latido de amante vibrando junto a mi latido, entre las dunas de nuestra íntima playa.

4/18/2014

EL BEN HUR QUE SE LLEVÓ EL VIENTO


Hoy me siento perezosa. No sé si será la quieta inercia de este Viernes Santo en solitario o ese punto de mi esencia de agua que me lleva, en sus corrientes, a espacios de voluntario aislamiento.

Así que, inmersa en esa especie de plácida desgana, he subido al estudio y me he apoltronado en el sofá, frente a la tele, mando en mano, dispuesta a hacer zapping, esperando dar con una peli fascinante, como quien busca al hombre de sus sueños… ¡Difícil tarea!

En plena exploración televisiva, no ha sido una sorpresa el encontrarme con un viejo amigo, el atractivo Judá Ben Hur, un huésped habitual en fechas como estas, desde tiempos inmemoriales. A falta de algo mejor, casi me había mentalizado a pasar parte de la tarde entre romanos, galeras y carreras de aurigas, cuando de repente y mientras seguía curioseando por las distintas cadenas, me encuentro al sarcástico y seductor Red Butler, echándole los tejos a la esquiva Scarlett. 

¡Vaya dilema! Confieso que Charlton Heston, en su época dorada, tenía un punto que siempre me ha atraído. No era el guaperas al uso, pero sí que poseía un atractivo muy masculino. Además, en la escena de las galeras, en taparrabos y mostrando tableta de chocolate no era nada desdeñable.

Vista la oferta, decido zapear entre ambas películas, pasando de escenas de tribunos y ejércitos romanos en mini falda, a la guerra de secesión y el consabido honor sureño. Me deleito con el disimulado flirteo de Messala con su “íntimo amigo” Judá Ben Hur y con la incomparable Scarlett enamorada de todo un caballero del sur, que resulta ser un ídolo con pies de barro, débil y apocado.

Me recreo en un vaivén de escenas entre el hierático príncipe judío, el descarado Red Butler y el honorable Ashley, salpicadas por la aparición de sus correspondientes damas, la dulce y sumisa Esther, la fascinante Scarlett, todo fuego y vitalidad y la buenaza de Melanie, que parece salida de otro planeta... confieso que a mí me gusta la figura femenina y fuerte de Scarlett y su capacidad de gozar del Carpe Diem en todas las circunstancias. En otra vida me pido ser como ella.

La tarde va fluyendo, entre los diversos matrimonios de la Sra. O'Hara y las rencillas entre Roma y Judea y yo sigo perezosa, con sabor de antiguo Viernes Santo. Aquellos en que la vida parecía detenerse en las iglesias, los programas sacros y las interminables procesiones.

Ben Hur termina, con aires de milagros y esperanzas, como mandan los cánones del estatus religioso. Se lo lleva el viento hasta el próximo año.

Poco después, el mismo viento seca las lágrimas de una llorosa Scarlett y al instante se lleva su tristeza... “ya pensaré en eso mañana” -murmura- y avanza, sin mirar atrás, capaz de aparcar todo sentimiento en beneficio de sus propios deseos.

Si, decididamente cuando vuelva a nacer me pido esa cualidad de saber pasar de todo y vivir a mi aire, dejando que el viento se lleve todo lo que me pueda herir el alma. Pero en esta vida creo que ya hice tarde... 

The End





4/16/2014

LA LOCURA Y LA SAL DE MIS DÍAS

Voy a dibujar cerezas sobre la tela de tu cuerpo
y a sembrar amapolas en el jardín del deseo.
Voy a descolgar estrellas, galaxias y planetas
para hacer de nuestro encuentro un pequeño universo.
Desvestiré el mar de soles, corales y peces
para colgarlos en los semáforos de tu paisaje urbano.
Destilaré pasiones y magia para producir un vino
que maride con tu esencia de manzana y canela.
Vestiré los átomos del aire con notas de vainilla,
que envuelvan en un suspiro nuestro sensual abrazo.
Desnudaré mi piel en la tuya para ser una lujuriosa hiedra
escalándola hasta la cima más alta de la eclosión erótica.
Me pondré el impermeable por donde resbalan las horas
para que cada instante contigo se convierta en eterno.
Si, todo lo haría por ti, que me das un glorioso presente, 
sin pasado, tal vez sin futuro...
****
Mientras la noche pestañea me miro en el espejo de sus pupilas
y me imagino llena de azul, de luz, colores, susurro y gemido
contigo por horizonte, esperándome, empapado de amores.
Eres la locura y la sal de mis días y cuando me roza tu recuerdo
entre su eco y el viento, nace en mi la certeza de que existo
y esa certeza me reboza el alma de placer y sensaciones.

                                             

4/15/2014

LA SOLEDAD


La conoció muchos años atrás. De hecho su relación venía de la infancia. Si, la visitó por primera vez aquel día en que su padre, siendo ella una niña, se marchó de casa, destrozando su pequeño universo. No fue un encuentro deseado y ya entonces la inquietó sumamente, a pesar de que ella, en su infantil inconsciencia, todavía no sabía lo nefasta que podía llegar a ser su compañía.

Desde entonces vivía pegada a su piel, como un corrosivo parásito. A veces intentaba eludirla, volar lejos, escaparse de sus garras, pero al mínimo descuido ya la tenía de nuevo pegada a sus talones, con su aura fría e implacable. Otras creía haber encontrado el antídoto en el calor de unos brazos, en la ternura de una mirada, en un gesto de cariño, pero rápidamente todo se le esfumaba, como el soplo de un espejismo al borde de un oasis. Tampoco pedía mucho, sólo una pequeña señal o un minúsculo reconocimiento, aunque sin éxito.

Eran ya muchos años conviviendo con ese huésped no deseado, que se sentaba a su lado, en horas quietas, para arañar su alma. Después de todo ese tiempo ella creía que había aprendido a sobrellevar ese peso y había desarrollado sus propios mecanismos de defensa. Sin embargo, en este punto de su vida, se daba cuenta de que nunca le ganaría la batalla, pues la otra tenía demasiadas armas a su favor o bien ella era más frágil de lo que aparentaba e incapaz de crear afectos.

Últimamente, había momentos en que se planteaba si dejarse vencer y retirarse juntas a cualquier rincón perdido, pero le faltaba valor. De hecho tenía claro que su desaparición no originaria grandes males, pues nadie es imprescindible, ni era tan importante como para que la echasen de menos, así que cada vez se le afianzaba más la idea de la posibilidad de fundirse en la nada.


Ayer por la noche la dejé meditando sobre esa posibilidad. Eran pasadas las doce, ella no me vio o tal vez si, pues somos esencias de un mismo cuerpo. Estaba en la terraza, observando la luna con su mirada triste y a su lado, sombra entre las sombras, siempre acechando se encontraba su vieja compañera: la soledad.

4/10/2014

SURREALISMO


Estoy en mi jardín, trasladándome en el tiempo

de un pasado y un presente huérfanos de horas.

Trazos de pincel que no son trazos, sino sueños,

o tal vez un mosaico de ilusiones vividas o no vividas.

Sentada en el cielo, sobre sábanas de nubes

azules como el viento, como todos los mares,

interrogo a los astros, con preguntas banales,

soñando lo que existe o tal vez lo inalcanzable.

Desde ese surrealista latifundio todo es posible

y retorno a la niñez, tumbada en un tobogán, 

bajando a mil por hora, olvidada la prudencia

con la típica inconsciencia de no conocer el miedo.

Luego, estoy entre un mar de  erráticas dunas, 

atrapando con la mirada las gaviotas y las olas

cabalgando en su euritmia hacia tus cálidas playas. 

Reposo sobre la hierba, verde como la esperanza,

protegida de la luz solar por una telaraña de ramas

mientras el vaivén de las hojas abanica mis suspiros.

De repente, regreso a la quietud de mi jardín, 

fascinada por una nube de dibujos inconcretos 

que desaparece por encima de un tejado.

Si, regreso al cárdeno silencio crepuscular

y guardo las alas, pero una parte de mi sigue volando.
.

4/08/2014

LA MUJER SIN NOMBRE

La conozco desde hace unos años, es vital, creativa, leal con los que ama y fiel a su propia filosofía de vida. Interesante en sus planteamientos y valiente a la hora de afrontarlos. Puede gustar o no, pero su paso nunca deja indiferente, por esa razón hoy, desde mi posición de involuntaria voyeur, me apetece escribir sobre el aspecto más íntimo de ella. 

Sin embargo, permitid que preserve su anonimato y la llame: la mujer del vestido rojo. Una mujer camaleónica y diversa que vive las sensaciones al día, con toda la intensidad de la que es capaz y sin perspectivas ni temor por el incierto futuro. Ella sabe muy bien que el tigre azul que hace vibrar sus emociones es un felino, que no crea grandes apegos y que tiene fácil el pasar página, hasta dejarla relegada en el olvido. Sin embargo y pese a esa certeza, revolotea a su alrededor, cada vez más atraída por el fuego del deseo y los sentimientos. Podría parecer que esta loca, que sufre un ataque de inconsciencia o que ama el desafiar al peligro, porque cada vez está más cerca de quemarse las alas, pero no es necia, ni irreflexiva, sólo sufre de un virus letal que anestesia su lógica, convirtiéndola en una equilibrista emocional.

A veces, cuando la observo desde mi posición de imparcial espectadora, me pregunto si su sonrisa o su desenfadado aspecto son reales o sólo una máscara para ocultar sus miedos y vulnerabilidades. La veo dejar fluir, sin parecer importarle, palabras y gestos que hielan la calidez innata de su espíritu sensible. La veo adoptar su táctica de “Carpe Diem” para hablar con ligereza de los futuros momentos de ausencia.

No, no os creáis que es necia la mujer del vestido rojo, sólo ha tenido la mala suerte de querer sin condiciones y eso nunca conduce a buen puerto ¿o sí? Después de mis espacios con ella, empiezo a conocerla como su fuese yo misma. Lleva tiempo preparándose para ese instante en que el fuego calcine sus alas. Ese momento en que ya nunca más pueda volar y su cuerpo, huérfano de sensaciones y caricias, se consuma lentamente en algún rincón remoto. Creo adivinar que ese lugar será junto al mar, donde las olas suavicen su tristeza y las gaviotas le regalen su vuelo libre y salvaje. Una playa donde preservar el recuerdo de unas huellas azules, tatuadas en el arenal del corazón. Un líquido espacio en el que la mar entone un susurro azul y el cielo sea un lienzo celeste que la regrese a una sonrisa. Un rompiente de conchas y madréporas donde soñar con su tigre azul.

Me pregunto qué sentirá ese tigre azul mientras ella lo añora… ¿La echará de menos algún día? ¿La dejará para siempre en el olvido, aparcada en ese lugar neutro que ha creado, fuera de su coraza? Quien sabe… Podría escribir mil preguntas a las que nunca tendré respuesta. La verdad es que me he limitado a ser espectadora de una historia ajena, especial y llena de magia (al menos para ella) y ahora mismo no tengo muy claro si envidio a la mujer del vestido rojo o la compadezco.

Sé que ella odia que la compadezcan, así que nunca le comentaré esto último, mejor hago como que no veo las señales de impotencia y desencanto que emite su alma. Estoy segura que, incluso en la despedida, le regalará al tigre azul una sonrisa de esas de: ¡Aquí no pasa nada! y él… bueno, él tal vez se lo crea y todo. 


De momento seguiré observando, aunque a veces me sienta como una voyeur de la intimidad ajena, pero la personalidad de esa mujer del vestido rojo me ha llegado a fascinar tanto que, a veces, ya no tengo claro si quien siente, vive, ama intensamente y persigue sus sueños, es ella o empiezo a ser yo.

4/07/2014

SUSURROS EN LA HORA BRUJA

Hay días en que la noche parece desfibrilarse en octavas y tender un mágico puente entre tu isla y la mía.
Noches que deslizan susurros sobre la piel desnuda, hasta hacerla vibrar bajo la percusión del recuerdo, con sensaciones tan nítidas como este mar de estrellas que laten en el firmamento.

Susurros que enlazan deseos de caricias y besos, de ese devorarnos despacio los cuerpos en combates de cómplice locura.

El liquido silencio que conjugan los astros se me vuelve erótico y azul al pensarte y me diluyo en él. La hora bruja se tiñe de una sensualidad pagana y lasciva, envolviéndome en su abrazo de horas insomnes y rotas.

De repente llueven gotas de pasión y tu aroma se hace brisa bajo este conjuro lunar que borra distancias entre nuestras pieles y me regresa al calor de tu tacto y a aquellos besos suaves que deslizas por mí cuello hasta hacer que pierda mi cerebro.

Dejo resbalar despacio, por el filo de mi cuerpo, esa lluvia de primitivas pasiones y una marea de olas crecientes y dispersas invaden las playas de mis sueños, dejando tras de sí un rastro de placeres y sal, junto al destello azul de tus huellas.



4/05/2014

LA NOCHE

La noche me sabe a ti
bajo sábanas de estrellas.
La noche tiene tu aroma
cuándo me visten sus velos
perfumados de madréporas.

En la oscuridad, la mar
compone líquidas nostalgias,
en el pentagrama de las horas.
Su acuático susurro es azul,
como la soledad de mi piel
huérfana de tus caricias.

En sus aguas se conjuran
misterios y leyendas
y un sensual claro de luna
se duerme entre las dunas
de esta playa desnuda.

Perfilo pasiones en las sombras.
Nuestras noches de locura,
me encienden deseos
y los dejo fluir como velas al viento
ondeando en el palo mayor
de la nave de mis sueños.

No puedo evitar la nostalgia
de tus velas al viento
cuando la rutinaria marea
me aleja de tu puerto.

La noche borra el horizonte
y te busco, navegando a ciegas,
en la cresta de mi ola.
Cruzo la oscuridad tras tus huellas,
describiendo eróticas rutas 
en mi cuaderno de bitácora.

Con dedos de sal
esculpo para ti estos versos
porque aún sin estar
eres parte de mi alma.
Los dejo caer, como pétalos,
tras la estela de mi barca
para que la cómplice brisa
los lleve hasta tu orilla
y sean parte de las dunas.

4/01/2014

AMANTES ENTRE LAS DUNAS


Tras unas oscuras nubes se esconde la luna, no hay sombra ni luz esta noche de pasión y dunas. Cierro los ojos y me abrazo a ti, con la piel desnuda, receptáculo de erotismos y sexo. Intenso, el deseo cristaliza y navegamos por su inmenso océano mientras se desliza tu voz por la topografía de mi cuerpo, desnudando el silencio. Nos envuelve la locura de Eros y ávidos de sensaciones, devoramos las pasiones, sobre sábanas de arena.

Esta noche soy como una isla cosida a ti, eres el mar, el amante y el amigo. Te diluyes en mí y soy vulnerable a tus mareas y a la antigua danza de la luna entre las rutas de los astros. Tacto de sal, de húmedas voces, de besos donde laten los colores del deseo. Abrazados por las aguas, rodamos desnudos, libres, vistiendo la quietud de la noche con eróticos susurros. Conquistamos el reino de la luz y hacemos de la oscuridad un claro oasis donde palpita un obsceno mantra de lujuria.

Perfumada y secreta me abro a ti, habito tu cuerpo cabalgando en tus olas, resbalando por tu desnudez con la suavidad del tacto y de los labios. Somos dos cuerpos ingrávidos, amándose intensamente, sobre los puntos cardinales de este líquido paisaje. Transparencias, agua y fuego, estrellas errantes, sal en los dedos ¡Con que magia tus caricias me llevan un lindar más allá, atrapándome en su vértigo! Te sumerges en mi cuerpo, me posees, como una ola estrellándose con fuerza en una recóndita cala. Eres la marea salvaje que lame mis orillas, agitándose en la brisa, hasta elevarse en un cárdeno gemido que rasga el quieto silencio de los astros.

Luego, ajenos al paso de las horas, fluctuamos en una placidez de ensueño, hasta acompasar nuestros ritmos, compartiendo sueños, desnudando espíritus. Somos cómplices amantes, reposando en el líquido templo de Poseidón, entre conchas y madréporas. Mientras, la radiante Selene rasga la oscura piel de las nubes y con sus dedos de luz nos dibuja arabescos sobre la piel desnuda, vistiéndola con su pálido misterio.

Dejamos fluir el tiempo, muy juntos, piel con piel, hasta que una melancolía de zíngaros violines despide la noche, dibujando un horizonte de canela por donde vuelan las gaviotas.