9/29/2014

NÁUFRAGO DE VIDA



Habitante de ninguna parte, solitario y anónimo, camina sin rumbo. Su hogar es la calle y su familia la nada. Se mueve, dando tumbos, por el laberinto urbano, como un autómata colgado de los hilos del vacío. Su equipaje son harapos, unos cuantos cartones y una botella de alcohol barato. Un día dejó de ser quien era huyendo de su mundo para sumergirse en la vorágine de la indigencia. Ahora ya nadie se pregunta quién es, en qué momento naufragó o cuales fueron las causas de su declive. Tiene el alma huérfana de abrazos y la mirada empañada por tantos crepúsculos de fuego y lágrimas. Ya no piensa, sólo fluye en la corriente, anestesiando su mente, huyendo del ser y el vivir. Los transeúntes se cruzan en su camino ignorándolo, porque la ignorancia es una forma de eludir la realidad que nos asusta.

Él se arrastra, por esa tierra de nadie, hacia aquel banco escondido del parque, donde se acuesta cada noche. Bajo un universo de silencio contempla las estrellas y tal vez en la fracción de un segundo, despunte un destello en su mirada. Pero será sólo eso, un efímero destello. Luego sangran los recuerdos y empieza a beber para narcotizar los sentidos. Justo antes de caer en el letargo etílico que le sumerge en el sueño, le parece sentir la calidez de una piel y la caricia de unas manos que hace mucho tiempo le amaron.

9/28/2014

CREPÚSCULO DE SOLES ROTOS



Sobre el gris asfalto llueve un crepúsculo de soles rotos. Licuados en rojo y ámbar, resbalan por las fachadas, antes de ser devorados por las sombras. Las calles son un gran arenal donde se sobreponen mil huellas impresas en hormigón. Huellas rodantes del intenso tráfico que inunda las rutas urbanas. No hay horizontes, sólo edificios haciendo guardia, como estáticos centinelas observando fluir la vida. Es la hora quieta en la que se apaga el canto de los pájaros y sobre los tejados pasean los gatos solitarios, acechando el espacio nocturno.

El lento agonizar del día parece quemar el tiempo en los relojes, hasta detener su paso apresurado. La misteriosa noche avanza despacio sobre la ciudad para cubrirlo todo con su manto de silencio.

Seres anónimos se entrecruzan, apurando la rutina de las prisas. Almas ávidas de reposo, esclavas del reloj y de los retos que habitan un mundo  de metas cambiantes y frágiles, que a veces nunca se alcanzan.

La oscura marea avanza inexorable sobre los últimos pétalos de luz. A su paso tiemblan y se van apagando, hasta consumirse del todo al filo de las primeras sombras.
Pronto resurgirá el reino de los sueños y los muros serán negros fantasmas exhibiendo retazos de intimidad a través de sus ventanas. Una galería de pequeñas telas realistas perfiladas tras los cristales, conjugando un efímero collage de instantes de vida.

Al filo de la medianoche, la soledad se paseará a sus anchas por calles y plazas y las farolas harán guiños a la luna bajo la que se besan los amantes clandestinos.


El interruptor de la vida se aletarga, se hace el silencio tras las fachadas, baja el telón, la ciudad duerme.

9/22/2014

HUELLAS


Poema de mi libro "Huellas de Tigre Azul"


Huellas de tigre azul.
Trazos sobre la arena de mis días
enlazados a una espiral de sueños
que plantan cara a la cordura.
Cadencia de pasos que van y vienen,
como los espejismos o las utopías.
Cometas errantes que me elevan
hasta tocar la piel de las nubes
y mueren en valles de melancolía.
Música de ti sobre mi cuerpo
preñada de silencios y de besos.
Azul, como la lluvia de otoño
que susurra a la tierra tu nombre.
Azul, como la ola en calma
que besa las playas de la noche.
Mi amante, arquitecto del deseo,
compañero de vuelos y reposo
que vistes de soles mis lunas.
Así son tus huellas, imborrables,
perennes en el árbol de los sentidos
enlazadas por siempre a mi alma,
como el reflejo de mi sombra
sobre las dunas de la vida.

       

9/17/2014

NUEVAS HUELLAS




Después de unos días de inquieta y solitaria espera, sentada en los peldaños de la nada, el Dios Eolo se ha dignado a escuchar su petición y con el soplo de su aliento a disipado la niebla. Poco a poco la luz ha penetrado en su bosque de dudas aportándole la claridad necesaria para decidir. Tras la densa neblina palpita un cielo de auroras de ámbar que presagia nuevos horizontes.
Camina hacia su línea ardiente, desprendiéndose de la piel de su incierto yo. El yo de hoy avanza seguro, sorteando los precipicios de las sombras, fascinado por la brisa encendida de sol. La empuja el vértigo de de un gesto anudado a su piel, de una sonrisa bailando con la suya, de una nueva esencia oculta tras el velo del misterio. Su nuevo yo está sediento de sueños convertidos en realidad. Una voz, apenas conocida, rasga la densidad del silencio y la busca, persiguiendo el instante. Ávida de vida anhela concretar esa presencia sutilmente intuida. Una presencia que es la transparencia que inunda de colores las huellas del sendero. Ya no hay dudas, sigue esas huellas, más allá del bosque, donde termina el mundo vegetal y empieza la arena de la pequeña cala. Allí, sentada en la orilla, con la mirada anudada al vaivén de las olas, se quedará esperando que él aparezca entre las dunas.

9/14/2014

DUDAS



Como una hoja de otoño a merced de la caprichosa brisa, revoloteaba perdida por un bosque de dudas. No era la primera vez, pues si algo tiene la vida es que está llena de incertidumbres. A veces pensaba que se tendría que venir al mundo con un manual de instrucciones, para no perderse en los cruces de caminos. Pero desgraciadamente no existe tal manual y un deseo o un error nos planta en este mundo, que no deja de ser una selva. Componer la propia historia no resulta fácil, toca espabilarse, andar con mil ojos y con todos las facultades alerta para sobrevivir. Pero por muy atento que estés la debilidad humana te puede y el vibrar loco e ilógico de los sentidos, nos convierte en improvisados funambulistas de emociones.

Con los años había aprendido a golpes de errores y en los naufragios sentimentales sabía cómo nadar y guardar la ropa. Tras muchos tropezones y caídas ahora podía mantenerse en precario equilibrio sobre la cuerda floja de la incertidumbre y por si acaso nunca abandonaba su paracaídas, para amortiguar posibles aterrizajes forzosos. En su mochila siempre llevaba un botiquín de primeros auxilios, por aquello de los accidentes imprevistos. Tenía tiritas contra el desamor, desinfectante contra los desengaños y vendas para cubrir las lagunas de soledad, hilo y aguja para remendar las puñaladas traperas y jarabe contra las hipocresías.

A pesar de todo lo aprendido, últimamente llevaba un tiempo deambulando por un bosque de dudas. No veía claro el horizonte, ni qué decisiones debía tomar para no estrellarse. Una espesa niebla le ocultaba los posibles caminos y andaba a tientas. La razón de esa temporal ceguera se debía a un conflicto con su corazón. De un tiempo a esta parte, este  latía con tal intensidad que le anulaba todas las señales que emitía su radar de la razón. Sólo un soplo de aire fresco podía disipar aquella niebla, así que convocó al Dios Eolo y se sentó a esperar, rezando para que su mantra de auxilio fuese escuchado.

A su alrededor la niebla seguía flotando, parecía que nada la podía disipar, pero algo en su interior le decía que muy pronto algo o alguien nuevo llegaría para aportar luz a su horizonte.


9/11/2014

ENCUENTROS



Encuentros, cruces de caminos en el laberinto de la vida. Trazos de gestos y sonrisas dibujados en la pulsación del momento. Presencia de otros seres regalándonos vivencias. Compañeros con quienes ejecutar un nuevo rol en el teatro de la existencia.

Encuentros, paradas en distintas estaciones. Voces con otros ritmos. Pensamientos gestados en diferentes formas de vida. El placer de algo nuevo, de lo desconocido que nos rompe las rutinas. Razones de ser tejidas por los duendes de la suerte para compensar carencias. Cálidas luces, faros de referencia que aparecen en los recodos del camino. Huellas sobre la piel del asfalto que nos incitan a seguirlas, para descubrir los pies que las perfilan.

Encuentros, pequeños oasis de luz en un desierto plagado de hábitos cotidianos. Paréntesis para alimentar los sentidos, dejándolos latir al unísono, enredados en la música de un instante perfecto. Vidas que se enlazan en un tiempo robado al tiempo para brindar por las sensaciones. Anhelos compartidos componiendo el sabor inolvidable de un cóctel sensual. Asignaturas pendientes resucitando desde el fondo del desván de los deseos. Descubrimientos voluntarios o movidos por los dedos del destino de seres que nos motivan y nos ayudan a avanzar.


Encuentros, tejidos bajo soles y lunas, en quietas playas, sobre el ruidoso asfalto, en apartados rincones. Fragmentos de un sueño vivido en libertad que nos desnudan la soledad del alma.

9/08/2014

LA MAGIA DE UN INSTANTE PERFECTO



Hay días en que el paso de un cometa errante ilumina el asfalto de la vida. Instantes en que las luces de neón parecen soles urbanos y sobre las fachadas de hormigón, se dibujan estrellas a la vez que el crepúsculo convierte el cielo en un campo de amapolas. Días en que un abrazo es más que un abrazo, porque te envuelve en un velo de sensaciones. Momentos en que un tigre azul te sorprende y de un modo sutil te deja un pequeño indicio, de que se acordó de ti. Hay días de verano en que la luna se sonroja ante las locuras de los amantes y en los jardines da frutos el árbol del deseo sobre cuerpos desnudos. Hay encuentros sublimes que no se miden en tiempo y miradas que anudan las pieles en un baile de mutua seducción. Hay besos clandestinos que anuncian otros besos y pasiones ocultas bajo la cordura que a escondidas ven la luz. Vidas que se cruzan y se descruzan, sueños imposibles, realidades que son sueños y amores que no caducan. Hay silencios que rozan la incertidumbre y otros que abrigan la ternura. Hay soledades a tiempo parcial y complicidades que visten de colores al alma desnuda. Perfecta o imperfecta, la vida nunca se detiene, pero a veces, sólo a veces, un cometa errante se demora brevemente en el camino regalándonos un destello de sensualidad y magia. Entonces lo sabes, sabes que gracias a ese cometa, tu mundo ha rozado el instante perfecto.