Hay días en que el paso de un cometa errante ilumina el asfalto
de la vida. Instantes en que las luces de neón parecen soles urbanos y sobre las
fachadas de hormigón, se dibujan estrellas a la vez que el crepúsculo convierte
el cielo en un campo de amapolas. Días en que un abrazo es más que un abrazo, porque
te envuelve en un velo de sensaciones. Momentos en que un tigre azul te
sorprende y de un modo sutil te deja un pequeño indicio, de que se acordó de ti.
Hay días de verano en que la luna se sonroja ante las locuras de los amantes y
en los jardines da frutos el árbol del deseo sobre cuerpos desnudos. Hay
encuentros sublimes que no se miden en tiempo y miradas que anudan las pieles en
un baile de mutua seducción. Hay besos clandestinos que anuncian otros besos y
pasiones ocultas bajo la cordura que a escondidas ven la luz. Vidas que se
cruzan y se descruzan, sueños imposibles, realidades que son sueños y amores
que no caducan. Hay silencios que rozan la incertidumbre y otros que abrigan la
ternura. Hay soledades a tiempo parcial y complicidades que visten de colores al
alma desnuda. Perfecta o imperfecta, la vida nunca se detiene, pero a veces,
sólo a veces, un cometa errante se demora brevemente en el camino regalándonos
un destello de sensualidad y magia. Entonces lo sabes, sabes que gracias a ese
cometa, tu mundo ha rozado el instante perfecto.
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