3/29/2016

ALETEO DE AMAPOLAS


Los azules ojos del mediodía son un espejo bajo el que palpita la exuberancia del paisaje. Un vuelo de sensaciones conjuga la trama del instante. De pie, frente a al caballete, ella observa los colores que vibran entre las olas del aire invitándola a captarlos. Cada sutil detalle toma forma en su retina. El suave vaivén de las ramas, crea un entramado de sombras cambiantes sobre la tierra rojiza del camino. La luz enciende cada partícula de vida que habita la piel del bosque. El gesto del tiempo se dibuja en los muros arbolados, en la corteza de cada tronco y en el sinuoso serpentear de las raíces.
La primavera llueve sobre los campos y un aleteo de amapolas perfila un ardiente presagio entre la marea de verdes que se disuelven a lo lejos.

Con la paleta en la mano calibra el exuberante cromatismo y empieza a mezclar los colores. La tela en blanco reverbera bajo el sol, casi temblorosa, esperando el roce de la primera pincelada.
Su yo creativo intenta percibir las voces ocultas del paisaje. Las voces que murmuran los secretos de lo invisible. Más allá de los árboles y el prado, se elevan las montañas y el eco de sus piedras pregona la auténtica esencia de la naturaleza.

Coge el pincel y empieza a delimitar espacios, luces y sombras componen un homenaje a la primavera. La tela, en plena metamorfosis, es una ventana abierta a la vida por donde desfilan verdes, sienas, azules, ocres y rojos. Con cada trazo del pincel su blanca virginidad se convierte en una eclosión de pétalos, como mil besos apasionados, agitándose en la brisa. Todo vibra y se transforma bajo el rutilante sol que sonríe entre sábanas azules y almohadas de nubes.

Poco a poco, el instante es atrapado por la mirada del arte y esa especial visión, surgida de los sentidos, hará perdurable su efímero paso. En su incesante fluir, la mutante naturaleza seguirá su ciclo, siempre en continua evolución, estimulando pinceles, inspirando poetas, conjugando colores.

3/22/2016

PIRUETAS DE VIDA


Mientras la luna baila tras un velo de sombras, hago equilibrios sobre la cuerda floja de los días, trazando piruetas de vida. Poco a poco, la ciudad se aletarga sobre el asfalto y sus gigantes de ladrillo y hormigón despliegan un parpadeo de luces tras las ventanas empañadas de deseo. Por los cristales rezuman nostalgias, miedos y sueños rotos, esbozos que nunca fueron, dejando un rastro de esperanzas. A lo lejos, el universo desnuda su misterioso paisaje de astros y planetas, mientras gira el reloj de arena de la vida.
Las tinieblas de la noche palpitan tras su luminosa geometría y un susurro de mundos ocultos se eleva sobre la voz callada del mundo, transmitiéndome un legado de palabras ya aprendidas.
La tierra gira entre las manos del tiempo y en ese fluir recorro los caminos inciertos de la existencia, buscando mi auténtico lugar. Aquel donde habita el corazón de todas las respuestas.
Avanzo, entre un vaivén de luces, saltando de una sombra a otra hasta que me alcanza la marea que lo voltea todo y veo como el pasado se pierde entre las olas, dejándome en la piel un tatuaje de recuerdos. Todo lo aprendido de cada abandono, de cada sueño roto, de cada lágrima vertida me va modelando. Tras cada borrasca me abraza el sol, invitándome a disfrutar de la calidez y los colores del instante.
En el arco del cielo quedan dibujados los rostros de quienes me ayudaron a avanzar hacia nuevos horizontes. Allí he encontrado mis espacios sin techo, donde he podido abrazarme al poniente, desnudarme en los cristales de la aurora, pararme a respirar las estrellas y recoger amapolas como besos.
La luna sigue bailando, ya libre de su velo de sombras. Seductora odalisca, conjurando poemas, perfilando leyendas y transformando orillas con sus mareas. Voluptuosa y secreta, me seduce su misterio y su magia me invita, sin palabras, a seguir explorando trayectos. Escalando los peldaños de la noche, de la mano del insomnio he hecho una parada en el aula de la vida y allí, haciendo equilibrios en la cuerda floja, he meditado sobre todo lo aprendido y sobre lo que, tal vez, nunca sabré.

3/14/2016

CRISOL DE SUEÑOS


Sentada frente a la playa,
respirando el aliento del alba
siento que todo está en calma.
Ni siquiera el nómada viento
se atreve a acariciar la piel salada.
Cierro los ojos, detengo el reloj de arena
y acompaso mi latido con la luz.
Barcas de sombras emigran
hacia el misterio de otras noches.
El cielo es una acuarela de azules
en continua metamorfosis,
fluyendo por la tela del universo.
Pasa una blanca gaviota,
volando libre hacia el horizonte
y su aérea danza rasga el silencio.
Tiemblan reflejos sobre las aguas
como cristales de fuego
rompiendo la celestre geometría.
Una voluptuosa laxitud me recorre.
Soy una frágil partícula,
minúsculo crisol de sueños,
componiendo un poema de vida.