Misterioso
poeta del otro lado, desde tu lejana atalaya me preguntas de qué color veo la
luna. Te respondo que para mi nada está escrito ni determinado. Colores, sabores,
aromas, son latidos que nos llegan a los sentidos y que ellos interpretan según
el momento.
Por esa razón te diré que veo a la luna como un calidoscopio donde se reflejan todas
las emociones del alma. No obstante, dado que soy viajera de sueños me gusta
pensar en ella, en azul.
Tal
vez te imagines una luna fría y distante, pero el azul también es la pincelada
de la ensoñación, del misterio y las sensaciones ocultas tras el velo de las
sombras.
Azul
de olas bajo las noches de verano y de caricias tras las fachadas. Azul de
abrazos y besos, sonrisas y confidencias, de latidos cómplices y plenilunios conjugados a dúo.
Azul
como la distancia que une las almas sensibles en el cosmos de la creatividad.