2/23/2014

EL EROTISMO DE LAS ESPECIAS


Tal vez este espacio noctámbulo pueda parecer una hora vacía, sin la calidez del beso y el abrazo o un tiempo muerto, enquistado en el mundo onírico. Pero en mi insomnio te convoco, paseándome por tus huellas azules en mi piel, hasta hacer de ti la sensual concreción de mis sueños de albahaca.
Con hilos de fantasías voy a tejer un íntimo espacio, un pequeño oasis donde instalar la jaima perfumada de vainilla, un refugio de placeres infinitos que he cosido para ti. Mientras se deshoja la noche de chocolate, desnudaré tu cuerpo cansado y mis manos serán mariposas aleteando sobre el filo de tu piel, salpicándola de aromáticos aceites de romero con notas de deseo. Nos beberemos las pasiones en cuencos azules de cristal, conjugando el sabor del vino y de las especias. Seré tu luna de jengibre dibujándote, con dedos de canela, un mosaico de caricias. En la cómplice penumbra encenderé las luciérnagas de los astros y las estrellas, como velas levitando por el firmamento. Misteriosa y secreta me enlazaré al conjuro de la música hasta desprenderme de cada uno de mis siete velos. El sutil roce de la seda, flotando ingrávida, será un toque de guindilla para enardecer tu fuego. Bailaré, por las estancias de nuestro universo, como una ola sinuosa, en avance y retroceso sobre la arena de tu playa. Seduciéndote con cada movimiento, mientras la marea nos confunde en un solo elemento… y así hasta que un alba de mostaza se disuelva perezosa sobre el mar, unida a la cadencia de sus aguas de miel y coral.
A ti, que duermes al otro lado de mi insomnio, te estoy convocando. Esta es una llamada para estimular la sal y pimienta de tus deseos. La dejaré suspendida en el cielo, con hilos de azafrán. Quizás  al despertar levantes la vista, atraído por su parpadeo de cayena y ámbar y te apremie el deseo de cabalgar hasta mi oasis, para revolcarnos sobre un lecho de lavanda.

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