11/05/2013

SOMBRA FELINA

De repente, subyugada por los átomos candentes del crepúsculo, me ha dado por buscar cerezas en el olmo que crece en mi cocina y rebozar en azafrán los recuerdos. Más tarde, al quedarme a oscuras, la noche se me ha puesto romántica y lujuriosa. He salido a la terraza para respirarla y una caricia de luna ha estremecido mi piel desnuda en un cósmico aleteo de mariposas. En ese mágico instante, como agua azul te has deslizado por el filo de mis pechos. El reflujo del silencio ha dejado caracoles en mi arena y en ellos escucho tu voz envuelta en música. Me envuelve ese algo tuyo que siempre perdura, cálido y urbano, estela de un loco deseo de sal y besos. En los confines de la medianoche, eres como una sombra felina anudada a mí tobillo. 
Desde su posición sideral las estrellas me lanzan  guiños, mensajes cifrados que son travesuras de luz titilando en un cielo de agua y peces. En medio de esa singular atmósfera de manzana y canela, no paro de buscar tu mirada lunar tras las nubes que apenas se perfilan, en su desfilar de insomnes viajeras. Cuando la encuentre, sé que no podré resistir su llamada, así que me dejaré tentar. Sin arnés ni paracaídas, tomaré el ascensor del aire en un vuelo embriagador, apurando, durante el trayecto, la copa de las sensaciones, compartiendo su vino con tus labios. Subiré sin miedo, aferrada a la pasión que me convoca el roce de tu cuerpo. Tu presencia es vértigo, deseo y piel agitando mis sentidos, hasta sumergirlos en el torbellino de un coma idílico.

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