Por tiempo que pase, aún tengo
partículas de ti en mis labios. Las siento en cada latido de mi vida, son la
sal y pimienta de tu esencia penetrando por los poros de mi cuerpo, sazonando
todos mis sentidos. Eres dulce y salado, a veces picante, el plato más
exclusivo y delicioso de un voluptuoso y sensorial banquete, servido sobre
sábanas de raso. Me deleito en saborear los ingredientes de tu piel y el excitante
aroma de tus especias, donde vibra la sensualidad de la canela. Me sabes a uvas
maduras, frutas rojas y vainilla en tu resbalar sedoso resuelto en placeres.
Placeres que envuelven la hora bruja destilando una voluptuosa atmósfera donde
elevo la copa por ti y en ti bebiéndote en cada sorbo hasta embriagarme en
pasiones.
En medio de esta lasciva locura cada átomo
de tu ausente cuerpo percute en el mío conjugando un cóctel de ritmos y azules
silencios. Esta noche de plenilunio, de brujas y hechizos, tengo antojo de ti,
de rebozarte en caricias y humedecerte a besos, de hornearte a fuego lento en
bandejas de deseo. Me apeteces, tengo hambre de ti y anhelo devorarte entero
entre luces de lunas y mordiscos de fuego. Ven, abrázame el deseo, macérame la
piel con tus dedos, nademos desnudos en el afrodisíaco elixir de fundirnos,
anudando piernas y brazos sobre camas de lujuria, colgadas de estrellas.
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