9/17/2013

NANA DE LLUVIA

Apenas empezaba a bostezar el alba cuando me he deslizado, calle abajo, camino de la playa. Ayer llovió todo el día, el mes de Septiembre ondea en el calendario y los días ya amanecen algo frescos, como un anticipo de Otoño. Arrebujada en mi jersey me deleito en gozar de ese momento en que el mundo aún se despereza y estas a solas con la naturaleza, sus voces y sus mensajes. Descalza, me acerco a las olas que suavemente lamen la orilla. Su caricia es fría, pero sé que me reconocen, como yo las reconozco a ellas. Es el mismo mar que me acogía cuando, de niña, buscaba respuestas. Respuestas que resonaban el fondo de sus ánforas y viajaban hasta mí, de ola en ola. Aún hoy, el mar me habla con su lenguaje de susurros y me consuela, cuando recurro a él, como una gaviota con las alas rotas. ¡Se parece tanto a los humanos! es contradictorio, suave y cruel a la vez. Regala sueños y devora vidas, es placer paradisíaco y alma de naufragios. Su acuarela es una aguada de luces y sombras que me atraen y necesito de su líquida presencia en mi ruta terrestre. Junto a él hago balance de las ausencias, de los imposibles de todo aquello que dibujan los utópicos sueños y sonrío ante lo absurdo de mis locuras. Sé que me entiende, pues yo soy de agua y vivo de sensaciones. Es como aquel amor que sabes que un día puede hacer naufragar tu alma, pero al que deseas cada mañana enredado en tu piel bajo las sábanas. Las olas parecen mecerse en la luz naciente que se diluye avanzando desde el horizonte, para morir en un abrazo de espuma. No hay palabras, sólo mi particular nana de lluvia, mi homenaje para este mar que tanto encierra y tanto fascina. El día nace entre espejismos de sal y allí, en un punto inconcreto, se mece una barca, con una niña de larga trenza cobriza y un hombre de blancos cabellos que recita una historia de piratas y sirenas. Ella sonríe y sueña y él, desde dónde ahora esté, la observa y sonríe a su vez, constatando que unas cuantas décadas después, aún sueña despierta. Quiero que estés como cada mañana, junto a mis pies, enredado en mí falda… duerme mi mar que ya llega la calma, contigo soñaré, te cuidaré… Mar o amor, agua y presencia, olas y piel, sal de un cuerpo amado bajo los labios, cadencia, juego amoroso. No hay tanta diferencia.

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