8/17/2014

CREPÚSCULO DE CANELA




Él era pasión y calma, calor y hielo.
Le recordaba al sabor de la canela,
a tardes de otoño junto a la chimenea,
a manzanas asadas y arroz con leche,
prendidos en un tiempo sosegado y feliz.
Era puro ritmo conjugado entre silencios,
ola en calma, latiendo en remotas orillas
y aquel crepúsculo que enamora el alma.

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Se dejó, una vez más, seducir por su recuerdo
y la tarde de verano se meció entre las góndolas.
Venecia, intemporal y etérea, ardía bajo el ocaso.
El pájaro azul de la nostalgia, se agitó en el horizonte
perfilando en su piel en íntimo trazo de un deseo.
Un deseo envuelto en manzanas y canela,
fundiéndose en el cénit del atardecer de fuego
que agonizaba en el lindar del olvido.


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