1/16/2017

ESCLAVITUD VIRTUAL


Siete de la tarde, hora punta en un tren de cercanías. Rodeada de gente comparto vagón con su silencio y la ecléctica letanía de los sonidos virtuales.
Allí estamos juntos e ignorándonos, inmersos en neutras redes sociales que nos alejan de lo mejor de la humanidad: la calidez, el abrazo y la sonrisa. Cada vez dotados de más prestaciones los móviles acaparan nuestro tiempo y nuestra vida. Cada sonido que emiten, cada vibración, es una llamada ineludible. Los llevamos a todas partes, son como un apéndice del que no podemos desprendernos.
Veo grupos de amigos y parejas que no se comunican. Móvil en mano parecen ausentes de este mundo, deambulando por los laberintos del mundo virtual.
Cuando "La voz de su amo" emite uno de sus variopintos sonidos lo dejamos todo para atenderla. Esclavos de las redes sociales sabemos con precisión y al momento todo lo que ocurre al otro lado del mundo y, curiosamente, cada vez nos alejamos más del entorno real.
Los móviles acompañan las veladas familiares, reposan en las mesitas de noche y casi me da por pensar si interrumpen algún que otro escarceo amoroso. Sus aplicaciones nos lo dan todo de modo instantáneo y, según dicen esto propicia que los más jóvenes crezcan sin aprender el valor del esfuerzo. Los padres van sustituyendo los cuentos por la cómoda tablet y así, donde antes había un mundo de fantasía creativa conjugada con el niño, ahora hay una fantasía ya prefabricada donde el niño sólo aprieta botones, sin dejarle espacio para imaginar por si solo.
No pongo en duda las grandes ventajas de los avances tecnológicos, pero si me cuestiono si en el futuro seremos seres robóticos e incapaces de empatizar con nuestros semejantes. Seres solitarios al servicio de sofisticados móviles que marcarán las directrices de nuestras vidas, restándoles humanidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario